Al cumplirse ayer 90 años de natalicio del novelista y ensayista Carlos Fuentes, éste no ha dejado de renacer ni de sufrir las derrotas a las que está expuesto el auténtico hombre de palabra, afirmó el escritor y crítico literario Vicente Quirarte durante el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) realizó para celebrar la efeméride del renombrado autor mexicano (1928-2012).

Ese acto, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, consistió en una mesa redonda en la que el escritor Gonzalo Celorio, la investigadora Georgina García Gutiérrez y el citado especialista hablaron de vida y obra de Fuentes.

Tanto la viuda del escritor, la periodista Silvia Lemus, como su hija Cecilia –procreada con la actriz Rita Macedo, su primera esposa–, se encontraban entre el público. Fuera de programa, esta última leyó el capítulo que Fuentes dedicó a sus tres hijos en el libro En esto creo.

Fuera de programa también Silvia Lemus recordó a su esposo como una persona y un escritor admirables, un extraordinario personaje; no sólo era elegante en su manera de vestir y apariencia, sino en su pensamiento y en su afán de justicia.

Aseguró que Fuentes amaba la literatura y nunca tuvo envidia de nadie; por el contrario, admiraba a muchos escritores con sinceridad, sobre todo a los jóvenes que venían después de él.

De acuerdo con Quirarte, Carlos Fuentes utilizó siempre sus dones para defender las mejores causas con la solidez e inteligencia de sus obras. Por eso, al leerlo o releerlo, seguiremos encontrando palabras sólo destinadas a nosotros que nos lleven a transformar el tiempo enemigo y nos reintegren al tiempo sin transcurso del amor y la imaginación, que nos hace más verdaderos y más poderosos, subrayó.

Secretario de la Academia Mexicana de la Lengua, el poeta y narrador centró su participación en el papel que la literatura fantástica ocupó en el autor de Aura y aseguró que siempre le interesó e incluso marcó su presentación en el mundo editorial, con la publicación, en 1954, de su libro de cuentos Los días enmascarados.

Diálogo con fantasmas

Carlos Fuentes dialogó desde muy joven con fantasmas. Dueño de un arsenal objetivo y herramientas para enfrentar los desafíos ideológicos de un mundo que su lucidez llevaba a enfrentar, interpretar y exorcizar mediante el análisis y el raciocinio, su primera formación tuvo como alas inevitables la imaginación y la fantasía, sostuvo.

Para Georgina García Gutiérrez, la gran novela moderna del siglo XX tiene en Carlos Fuentes no sólo uno de sus grandes exponentes, sino uno de sus estudiosos y teóricos más destacados.

Como escritor de novelas, contribuyó a la innovación de este género en español a partir de La región más transparente, obra sobre la modernidad, tan crítica de la forma novelesca como de la historia y de la política, apuntó. “Esta primera novela del joven Fuentes, quien tenía 29 años cuando se publicó, fue un catalizador del proceso de renovación de las letras hispánicas en el que se inscribirá toda su novelística. Renovación que ayuda a consolidar, en 1962, La muerte de Artemio Cruz y Aura, y refuerzan las siguientes nuevas obras; por ejemplo, la ambiciosa Terra nostra, de 1975, en la que el autor reinventa su propuesta” .

Agregó que si bien no es posible aún medir el impacto e influjo de la persona y de la obra de este creador, basta decir que es inconcebible la renovación literaria y el auge de la novela durante los años 60 del siglo pasado y las décadas subsecuentes sin el punto de arranque que significó La región más transparente, hito en la república de las letras mexicanas.

Por ejemplo, ni José Agustín ni Jorge Volpi, de la Onda y el Crack, dijo, habrían encontrado sus poéticas novelísticas sin los señalamientos libertarios y creativos de la primera novela de Fuentes.