Huixtla, Chis., Como si se trataran de resarcir los múltiples agravios en contra de migrantes cometidos años atrás en el sitio conocido como La Arrocera –asesinatos, violaciones, asaltos, robos–, las autoridades y pobladores de Huixtla recibieron ayer a integrantes de la segunda caravana de centroamericanos con bastante ayuda humanitaria, como lo hicieron con el primer grupo que ya se encuentra en Oaxaca.

Ningún pueblo de México nos ha tratado como éste, por lo que le damos gracias. Nos dieron comida de sobra desde la tarde en que llegamos, dijo el hondureño Elmer.

Nos han atendido de maravilla, con carpas en el parque y baños móviles para que uno no esté sufriendo por hacer sus necesidades, mis respetos, agregó Germán, su paisano y compañero de viaje.

Ellos desconocen que en este municipio de la costa de Chiapas se encuentra La Arrocera, sitio que los migrantes centroamericanos han usado durante años para burlar la caseta migratoria, llegar a Arriaga y tomar el tren, pero se han enfrentado a crímenes de todo tipo.

En 2008, por ejemplo, fueron reportados 128 casos de agresiones contra indocumentados salvadoreños, según el consulado de aquel país que está ubicado en Arriaga; y en 2012, se registraron al menos 25 agresiones, entre asaltos, violaciones y amenazas.

Hace algunos años, los delincuentes esperaban a los migrantes arriba de los árboles para evitar ser descubiertos. Una vez a su alcance, los obligaban a desvestirse para registrarlos y robarles sus pertenencias.

El contraste se vivió ayer. Los dos mil guatemaltecos, salvadoreños y hondureños, llegaron por la tarde y fueron recibidos con ayuda humanitaria por autoridades municipales y pobladores, como lo hicieron con el primer grupo que pasó hace una semana.

Esta segunda caravana de guatemaltecos, salvadoreños y hondureños que se dirige hacia Estados Unidos salió ayer por la madrugada de Tapachula y tras recorrer a pie 40 kilómetros llegó al parque central de Huixtla.

Ante su llegada a la localidad, varias escuelas y comercios del centro suspendieron actividades debido a rumores de que en el grupo viajan algunas personas con antecedentes penales y podrían generar actos de violencia, según fuentes gubernamentales.

Como en la caravana anterior, no todos los que cruzaron la frontera por el río Suchiate, que divide a México con Guatemala, están dispuestos a continuar el viaje.

Es el caso de Noemí Castro, quien viaja con dos hijos, uno de 14 y otro de dos años de edad. Ya no quiero continuar, pero tampoco regresar a mi país; me voy a quedar en México, me van a ayudar a arreglar documentos. Sé trabajar desde los 12 años. Sé hacer baleadas (comida típica de Honduras).

El hondureño de 29 años, Williams Mario Castellón Sánchez, resultó lesionado en la frente por una piedra el domingo pasado, cuando sucedió el enfrentamiento con policías en la frontera de Guatemala con México. Eso no lo desanimó y sigue en la caravana.

“Me acerqué a ver a un herido y me cayó la pedrada. Perdí demasiada sangre, pero allí me curaron unos gringos en la aduana de Guatemala. No conocía al paisano que murió (Henry Adalid Días Reyes), pero da lástima. Veníamos como hermanos todos juntos”.