Lunes 22 de octubre de 2018, p. 5
La jerarquía católica pidió salir al encuentro de los desplazados
y ofrecer apoyo tanto organizado como espontáneo, como principio de humanismo y caridad
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En un mensaje, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expuso que hoy inquieta el grito estremecedor
de los migrantes de Honduras y de otros países centroamericanos que han emprendido una caravana en búsqueda de la supervivencia, un éxodo de liberación
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Manifestó también su asombro, porque con esta movilización, como con los distintos gritos del pobre, surgen miembros de la sociedad tratando de sofocarlos
al percibirlos como amenaza para su confort e intereses propios
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Ante la oportunidad de asistir al prójimo
La CEM señaló que en este momento se tiene la oportunidad de convertir en acciones y procesos pastorales nuestras opciones y compromisos que no pueden quedarse solamente en el papel o en buenos deseos
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Exhortó a los obispos a mantenerse en diálogo con las autoridades civiles, a quienes instaron a atender lo que el mismo marco legal de nuestro país prescribe, acorde a los pactos internacionales suscritos por nuestra nación
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Reconoció la atención y acompañamiento pastoral instrumentados por la Dimensión de la Movilidad Humana en los 133 albergues y centros de atención y orientación de la Iglesia católica.
También resaltó que la Iglesia de Tapachula, San Cristóbal de Las Casas, otras y comunidades religiosas, así como organismos gubernamentales y de la sociedad civil, han instrumentado acciones para favorecer humana y cristianamente a nuestros hermanos en la ruta de su desplazamiento
rumbo a Estados Unidos.
Expuso que escuchar los gritos del hermano significa para nosotros los cristianos compromiso y acción
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El Episcopado Mexicano pidió acentuar uno de los pasos que marca el papa Francisco para atender esta situación: liberar, que significa reconocer que la situación que ha propiciado el desplazamiento es generada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia, por lo que es fundamental realizar acciones que liberen de todos estos males rompiendo esas cadenas con la acción de Dios en cada uno de nosotros
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