Lunes 22 de octubre de 2018, p. 6
El futbol americano colegial volvió por un momento al estadio Azul, en realidad Olímpico de la Ciudad de los Deportes, recinto que desaparecerá para dar lugar a una plaza comercial. Revivir durante un par de horas ese mismo deporte con el que fue inaugurado el 6 de octubre de 1946, le dio una nota de melancolía.
Una entrada respetable, con abundantes familias, los núcleos históricos del futbol americano colegial. Todos con la combinación color vinotinto y blanco, pues se midieron dos equipos del Politécnico Nacional: Burros Blancos, que fueron demoledores y vencieron 21 a 7 a las Águilas Blancas.
A pesar del frío, la gente se apasionó ante los equipos hermanos. De un lado, el huélum; del otro, también. La mayoría con la nostalgia de los mejores momentos del Azul y de su espacio para el futbol colegial.
Burros Blancos venció con una demostración de autoridad tanto ofensiva como defensiva, un equipo completo por donde se le mire. Pero, sobre todo, porque su mariscal de campo, Alejandro García, lució como un hombre todo terreno, que lo mismo lanza balones precisos, que corre 50 yardas de forma asombrosa y anota por tierra. Con un jugador de esa hechura, es difícil oponer una defensa eficiente.
Las Águilas Blancas, imprecisas y porosas en sus líneas, con abundantes errores, recibieron 21 puntos. El equipo estaba abatido y sin remedio. El coach Enrique Zárate reaccionó tarde para incorporar al mariscal de campo Alejandro Angüis, sereno a pesar del escenario adverso, con pausas que necesitaba el equipo para recuperar un poco de confianza. Con clase y paciencia le cambió el rostro a los emplumados, pero en el último cuarto quedaba muy poco por hacer.
A pesar de todo, Angüis logró un acarreo para que Ángel Gutiérrez anotara de cuatro yardas, más el punto extra, para que no se fueran blanqueados en la semana siete de la ONEFA.