Adalid Maganda, silbante que acusa de racismo al titular de la Comisión de árbitros, Arturo Brizio, se presentó ayer ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje en su lucha por buscar un acuerdo y su reinstalación laboral. Yo quiero que me devuelvan mi trabajo, porque me lo gané en el terreno de juego, expresó.

Acompañado de media docena de árbitros –algunos también con diversos reclamos– informó que se fijó para el 25 de octubre la audiencia de desahogo de pruebas, donde ten-drá que respaldar sus acusaciones.

Maganda dejó en claro que ni la Federación Mexicana de Futbol (FMF) ni la Comisión de árbitros se ha acercado a ellos para buscar un acuerdo. Sabemos que la FMF es un monstruo, ellos nunca van a dar su brazo a torcer, y esperemos llegar a un acuerdo todos, comentó.

Acompañado del perito laboral Marco Antonio García, Maganda se entrevistó con los abogados de la FMF, aunque no hubo acuerdo.

Refirió que hace una semana unos judiciales me golpearon, me agarraron, me insultaron; se me hace raro, porque a mi nunca me había pasado esto. Me dijeron que me iban a desaparecer y la verdad sí tengo miedo. Aseguró no tener enemigos: Yo sólo tengo una demanda en contra de la Federación Mexicana de Futbol'.

Su defensor Marco Antonio García dijo que a pesar de que la Federación es una asociación civil y se dice sin fines de lucro, en realidad es una empresa mercantil, igual que todos los clubes, por eso las demandas se están mandando absolutamente a todos los clubes de la Primera División.

Indicó que la Corte equipara a los silbantes con los futbolistas mexicanos, pues ambos gremios están subordinados a la Federación y reciben una retribución. Hay un poder jurídico de mando de la federación y un deber de obediencia de ellos (los árbitros), ya que tienen un tiempo en el cual están a disposición de la federación y de los clubes.

Acusó que hay hostigamiento sobre los demandantes y lo que busca la FMF es evitar que tanto jugadores como árbitros se sindicalicen.