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Sierra Norte, donde la asamblea Rafael Sevilla Zapata Consejo Tiyat Tlali-Red Mexicana de Afectados por la Minería
Cuando la democracia representativa falla y la simulación impera; cuando un espacio de organización en acuerdos y consenso es la asamblea comunitaria, hay que actuar efectivamente apelando a la palabra, a lo único que puede llegar a preservar la confianza entre quienes constituyen el tejido comunitario básico. El tiempo apremia y la acelerada amenaza contra los territorios y espacios comunitarios por parte de un largo catálogo de proyectos extractivos demanda que los mecanismos comunitarios sean puestos al servicio de la cohesión e integridad de la naturaleza y la vida misma. La estrategia que ha caminado en la Sierra Norte de Puebla ha sido el intercambio de saberes a través de diálogos compartidos entre las resistencias que han encontrado, que refrendan y refuerzan el compromiso para continuar ejerciendo los derechos basados en la libre determinación; con este ejercicio se pretende enviar un claro mensaje al Estado, A los políticos y a las empresas extractivistas: que en nuestro territorio comunitario no permitiremos que violenten y violen nuestros derechos colectivos con los “proyectos de muerte”. En este intercambio y reflexión entre las mujeres y los hombres de pueblos hermanados en la resistencia, (nahuas, totonakús, otomíes y mestizos), las asambleas han ayudado a aclarar dudas y cuestionamientos sobre los daños a la salud y el ambiente que genera el actual modelo extractivo, dándonos cuenta de cómo las diferentes experiencias que escuchamos se dan en asambleas comunitarias. En la historia reciente, cuando se ha atienden los conflictos por cuestiones de las empresas extractivas, en las asambleas se reivindica la libre determinación, autonomía y autogestión comunitaria bajo el pleno ejercicio y defensa de los derechos colectivos, por lo tanto, son los pueblos quienes definen sus propios procesos y mecanismos de auto-consulta y consentimiento; rechazando con ello la estrategia de simulación que desde el Estado se quiere imponer, como han sido la reforma energética del 2014 y toda la secuela de leyes secundarias que la operan, que incluyen, desde luego, los diferentes mecanismos con los que quieren hacer pasar el tema de la “consulta”. En este escenario, en años recientes se han realizado cientos de asambleas en diferentes escalas: en pequeñas comunidades, ejidos o municipios, que contrarresten la presión que ejercen los órganos de gobierno y las mismas empresas para minar la cohesión comunitaria, haciendo pasar asambleas amañadas como “consultas”. El peso y valor que se sigue dando a este espacio de decisión ha permitido en el pasado reciente, en el marco de la resistencia contra los proyectos de muerte, que se logre detener el avance y operación de minas e hidroeléctricas en la Sierra Norte de Puebla. Un caso emblemático es el que vivió en el año 2012 la pequeña comunidad de Tlamanca, en el municipio de Zautla, a donde la autoridad se vio obligada a negar todo permiso a la empresa minera china JDC, por la presión ejercida por el pueblo que se moviliza arropando y protegiendo a los ciudadanos que se dan a la tarea de informar y que a la postre redunda en que sea expulsada del municipio en un ejercicio pleno de autodeterminación. Como el caso anterior, en todo el territorio se sigue dando muestra de esta cohesión apelando a las asambleas, en donde ponderando la palabra, se ha dado paso a la construcción de nuevos escenarios que permitan avanzar en la construcción de una propuesta que dé a los pueblos la posibilidad de decidir sobre el destino de su bosque y sus montañas, sus ríos, su aire y su paisaje como espacio vital. La iniciativa emprendida por diferentes organizaciones, representa e ilustra de manera cabal la determinación de pueblos y comunidades por hacer valer el derecho a existir, al declarar a territorios como libres de proyectos de muerte, en 8 municipios de la Sierra Norte de Puebla como parte de la campaña que pretende salvaguardarles del despojo.
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