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De la crisis de la producción a la Thomas Paul Henderson “Ya salimos de lo peor”, dice Cruz José Argüello Miceli, representante del Comité Nacional no Gubernamental del Sistema Producto Café. Con los proyectos estatales de renovación de cafetales con variedades resistentes, Santiago Argüello, coordinador de Atención al Café de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), también sostiene que México está aprendiendo a vivir con la roya. El Plan Integral de Atención al Café (PIAC), encabezado por la Sagarpa, busca “incrementar la productividad de manera competitiva del sector cafetalero a 4.5 millones de sacos para la cosecha 2018-2019”, lo que equivale a la recuperación del promedio histórico de los últimos 15 años. Además, busca “dejar las bases para su incremento anual y en 10 años superar los 10 millones de sacos”. ¿Todo va de maravilla entonces? ¿Calidad o cantidad? En Chiapas, de 2012 hasta el año pasado, la roya diezmó cosechas. El hongo del café provocó una crisis económica para los pequeños productores y sus familias, acelerando la migración de las regiones cafetaleras en busca del trabajo. La prioridad -tanto de la Sagarpa, como de los productores- ha sido recuperar la productividad de los cafetales lo más rápido posible para contrarrestar el desastroso declive económico para las más de 183 mil 500 familias que cultivan el grano en Chiapas. Según el Instituto del Café de Chiapas, para este año la producción a nivel estatal se habrá recuperado entre 70 y 80 por ciento del nivel anterior de la crisis de la roya, que en 2011 llegó a poco más de dos millones de quintales en todo el estado. Su meta es superar esta cantidad por un 40 por ciento para mediados de la próxima década a través del programa de renovación de cafetales. La recuperación del sector se basa, sobre todo, en la distribución, venta subsidiada y propagación en viveros comunitarios de las variedades Sarchimor y Catimor, híbridos resistentes a la roya. Estas variedades se caracterizan por su alta productividad (con una densidad de siembra de 3 mil plantas por hectárea, en comparación con un promedio de entre mil y mil 200 plantas por hectárea de las variedades tradicionales susceptibles a la roya, por ejemplo, caturra, borbón, geisha y típica, entre otras) y su precocidad (la primera cosecha se da a solo dos o tres años después de su siembra en comparación con seis o siete años para las variedades nativas). Como consecuencia, según el Instituto del Café de Chiapas, con un buen manejo, el productor puede lograr entre 25 y 30 quintales por hectárea con las nuevas variedades, en comparación con los 10 y 15 quintales por hectárea en promedio que los productores cosecharon anteriormente con sus variedades tradicionales. Sin embargo, los impactos de la roya para el café chiapaneco no se limitan a una reducción de productividad en el corto y mediano plazo; en el largo plazo, la recuperación del sector con los híbridos resistentes amenaza la producción orgánica y la calidad del grano, el último siendo una característica cada vez más importante para su exportación y precio en los mercados externos. El café orgánico y los mercados de calidad Para los más de 60 mil productores del café orgánico en el estado de Chiapas, las certificaciones (tanto de café orgánico, Comercio Justo y la gama de otras iniciativas socio ambientales que existen hoy día) se han vuelto un requisito mínimo para poder entrar a los mercados nichos de exportación en los últimos años. Mientras estas certificaciones ofrecen un precio encima del precio del café convencional (en el caso del café orgánico) y la garantía de un precio mínimo (Comercio Justo), otro factor cada vez más importante que influye hoy día en los precios recibidos por los productores y sus organizaciones es la calidad del grano, no la certificación en sí. La mayoría de las cooperativas certificadas en el estado de Chiapas se orientan hacia estos mercados externos y han visto la creciente necesidad de mejorar, o por lo menos mantener, la calidad de su café, especialmente en la última década, debido a la creciente demanda por los cafés de calidad por los consumidores en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, la recuperación de los cafetales con Catimores y Sarchimores pone en riesgo no solo este modelo de producción de café de calidad para los mercados externos, sino también la lógica de la producción orgánica y, como tal, la agroecología de la cafeticultura en Chiapas. El sistema Q es una iniciativa internacional que define normas de calidad del café basado en una escala de 100 puntos. Para los tostadores del Norte global, los Sarchimores y Catimores simplemente no producen una buena calidad en taza, lo que equivale en el sistema Q a una calificación de 80 puntos para arriba. Para los dirigentes de una de las cooperativas más reconocidas de Chiapas, la Unión de Ejidos de la Selva, la siembra de Sarchimores y Catimores por parte de sus socios representa una enorme amenaza para la venta de su café de calidad a sus compradores tradicionales en Europa y Estados Unidos. Los líderes avisan en contra del uso de variedades híbridas y promocionan el uso de fungicidas orgánicos y la recuperación natural de variedades tradicionales que se caracterizan por su buena calidad en taza, con una buena nutrición de suelos y limpieza de los cafetales. Sin embargo, es difícil prevenir la siembra de los Catimores y Sarchimores distribuidos por el estado, dado las urgentes necesidades económicas de los productores que han pasado cuatro años con poca o nula producción. Como resultado, en el corto plazo la cooperativa enfrenta el riesgo de una reducción de la calidad de su café, mientras la tendencia del mercado va en la otra dirección. En el más largo plazo, una baja en la calidad arriesga la pérdida de su acceso a sus mercados tradicionales del café de calidad en el Norte global. José Bersabel Jiménez López, el encargado de control de calidad y ventas de la Unión de Ejidos de la Selva, dijo: “ahora apenas estamos llegando a 82, 83 puntos, pero tengo un comprador que ahora me está pidiendo 86 y no lo tengo”. En el futuro próximo, este tipo de requisito se volverá la norma, no la excepción. Por otro lado, la relativa baja calidad en taza de los híbridos además pone en riesgo la lógica de la producción orgánica para muchas cooperativas. Mientras la calidad se ha vuelto un factor cada vez más importante para los precios en los últimos años, a la vez los precios del café orgánico (y de Comercio Justo) se han estancado en las últimas décadas, mientras los precios de producción siguen subiendo. Como resultado, la diferencia entre los precios del café convencional y certificado se ha acercado. Debido a los costos que implica conseguir y renovar cada año las certificaciones, y el trabajo adicional que implica un manejo orgánico comparado con la producción convencional, muchos productores que no logran producir un café de calidad en el sistema Q (y el bono de precio que trae) han decidido dejar sus certificaciones y volver a la producción convencional. Además, los Catimores y Sarchimores requieren un manejo más intensivo en términos de insumos que las variedades tradicionales, un hecho que dificulta significativamente su producción bajo las prácticas de la producción orgánica. En los Altos de Chiapas, Augusto Zapata, el dirigente de la cooperativa Café Raíz en el municipio de Yajalón, describe por qué la organización decidió salir y dejar la certificación orgánica después de la crisis de la roya, y cómo la lógica de la producción está cambiando como resultado. * Por la roya ya no tenemos la certificación orgánica -es muy costosa. Cada año tienes que pagarla y renovarla. Bajó la producción y ellos (los socios) decidieron ya no pagarla. Se ha perdido interés en el café orgánico. Si tienes un café convencional que actualmente te están pagando 42 pesos hasta 48, el productor no tiene tanta necesidad de buscar alternativas. En todo Chiapas, hasta hace tres años, su cafeticultura estaba sentada en los cafés arábicas, que, en términos de taza, es la mejor calidad que hay. El gobierno del estado de Chiapas está conduciendo la cafeticultura hacia una cafeticultura sentada en los cafés con híbridos... lo que van a provocar es tener una cafeticultura más sentada en esos híbridos con una importante reducción de calidad en taza. Es probable que este proceso de conversión del café orgánico al café convencional se profundice si los Sarchimores y Catimores siguen entrando a las parcelas de los cafeticultores certificados debido a la combinación de sus altos requisitos de insumos y baja calidad en taza. Como consecuencia, las cooperativas enfrentan el creciente riesgo de perder acceso a los mercados de calidad en donde hoy día se encuentran los mejores precios. Cuando pregunté al gerente de AMSA (Agroindustrias Unidas de México, uno de los compradores del café más grandes a nivel nacional) en Los Altos de Chiapas sobre el futuro del café en México dado la creciente importancia de calidad en el mercado mundial, contestó que él cree que, en el largo plazo, “el café se va a quedar aquí en México, para la Nestlé y sus cafés solubles. No va a lograr calidad de exportación”. Mientras el gobierno mexicano destaca la recuperación del sector en términos cuantitativos, se esconden los profundos cambios cualitativos que esta recuperación implica, sobre todo la transformación de las relaciones sociales y ecológicas de la cafeticultura en Chiapas.
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