La mayor parte de contaminantes proviene del consumo de combustibles fósiles
Martes 27 de marzo de 2018, p. 35
En el país, durante los pasados 25 años, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), responsables del cambio climático, crecieron 54 por ciento, con un aumento anual de 1.7. La mayoría, 64 por ciento, corresponde al consumo de combustibles fósiles y 10 por ciento a los sistemas de producción primaria, revela el Inventario nacional de GEI, presentado ayer por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.
En total, México emitió 683 millones de toneladas de bióxido de carbono equivalente (MtCO2e) de GEI en 2015, mientras en 1990 las emisiones de GEI fueron de 445 MtCO2e, de acuerdo con el inventario.
El reporte es un instrumento que permite conocer las emisiones que se originan por las actividades humanas en el territorio nacional, fundamental para diseñar las políticas de reducción de contaminantes, a partir de conocer las principales fuentes generadoras y el papel que juegan los ecosistemas para su captura.
El inventario incluye las emisiones de bióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, perflourocarbonos, hexafloruro de azufre y carbono negro en el periodo 1990-2015. El gas más relevante es el bióxido de carbono con 71 por ciento, seguido del metano con 21 por ciento.
Del total de emisiones, 64 por ciento correspondieron al consumo de combustibles fósiles; 10 por ciento se originó por los sistemas de producción pecuaria; 8 por ciento provino de los procesos industriales; 7 por ciento se emitió por el manejo de residuos; 6 por ciento por las emisiones fugitivas por extracción de petróleo, gas y minerías, y 5 por ciento por actividades agrícolas.
En el inventario, realizado según parámetros de las Naciones Unidas, también se contabilizaron 148 MtCO2e absorbidas por la vegetación, principalmente en bosques y selvas. El balance neto entre emisiones y absorciones para 2015 fue de 535 MtCO2e.
Asimismo, se midió el carbono negro –conocido también como hollín–, que consiste en partículas contaminantes que se producen por la combustión incompleta de los combustibles fósiles. Se genera con el uso residencial de la leña, incendios forestales, quemas agrícolas y de residuos. Se estimó que en 2015 se generaron 112 mil 240 toneladas de este forzador climático de vida corta que produce efectos negativos en la salud pública.