Moscú.

Tres días después de sufrir una represalia que asegura no merecer, Rusia expulsó este sábado a 23 diplomáticos británicos, ordenó cerrar el consulado general de Gran Bretaña en San Petersburgo y prohibió en todo el territorio ruso el funcionamiento del Consejo Británico, forma elegante de dar un golpe más fuerte que el recibido el miércoles anterior por su supuesta implicación en el envenenamiento del ex espía Serguei Skripal y su hija Yulia en Salisbury, Inglaterra.

A primera vista es una impecable medida de respuesta simétrica, aunque en realidad el número de expulsados británicos –con o sin pasaporte diplomático– es superior al de los rusos que están haciendo maletas para abandonar Londres.

La cancillería rusa no quiso precisar si el personal diplomático del consulado general en San Petersburgo figura dentro de los 23 declarados persona non grata. No es claro, por ejemplo, si la señora Sangueeta Ahuja, al frente del consulado británico en la Ciudad del Neva desde diciembre anterior, tendrá que irse expulsada o por cierre de la misión, la cual funcionaba desde mayo de 1994, igual que sus colegas (la página web del consulado no ofrecía este sábado ninguna lista de su personal acreditado con pasaporte diplomático; extraoficialmente se dice que en él laboraban otros dos diplomáticos y 16 empleados con estatus técnico).

Pero aun si fuera el caso de que sólo 23 diplomáticos británicos deben abandonar Rusia en el plazo de una semana, el Consejo Británico tiene decenas de empleados, entre personal administrativo y profesores de inglés, en su sede en Moscú y filiales en otras ciudades de Rusia.

El British Council, como se denomina en inglés el Consejo Británico, se presenta como una institución para promover la cultura y la enseñanza del inglés en el extranjero, similar a la labor que realiza respecto de su país, idioma y cultura la Alianza Francesa, el Instituto Goethe alemán o el Instituto Cervantes español. Para el Senado ruso, en su reciente y primer informe anual sobre la defensa de la soberanía, el Consejo Británico es, además, una suerte de tapadera del espionaje británico.

El gobierno de Theresa May, por conducto de su cancillería, no tardó en afirmar que, a la luz del comportamiento de Rusia, esperábamos una respuesta de ese tipo, y anunció que el Consejo de Seguridad Nacional se reunirá a comienzos de la semana entrante para estudiar nuevas medidas contra Rusia, de acuerdo con agencias noticiosas.

Esta reacción tampoco sorprendió a los rusos. De antemano, el comunicado que emitió su Ministerio de Relaciones Exteriores para hacer oficial la respuesta a Gran Bretaña, entregada en mano al embajador Laurie Bristow, convocado a la sede de la cancillería este sábado, advierte: En caso de que (Gran Bretaña) siga dando pasos poco amistosos en relación con Rusia, nos reservamos el derecho de adoptar otras medidas de respuesta.

En otras palabras, este conflicto dista de haber terminado y la espiral de confrontación apenas comienza.