El Centro Cultural Estación Indianilla reúne obra de la escultora, creada en 1997
Ella mostró que la lucidez y la emoción no luchan por ninguna primacía, porque conviven en hermandad perfecta
, escribió Fernando González Gortázar en el catálogo de la muestra
Sábado 24 de febrero de 2018, p. 3
La exposición Caleidoscopios, que hoy se inaugura en el Centro Cultural Estación Indianilla, está dedicada a la artista Alba Rojo Cama (Ciudad de México, 18 de abril de 1961-16 de agosto de 2016), a un año y medio de su fallecimiento. Reúne obra de la matemática y escultora que se remonta a 1997.
En el texto Alba Rojo: la geometría del corazón
, escrito por el arquitecto, escultor y urbanista Fernando González Gortázar, para el catálogo de la muestra, se revela su fantasía de construir una suerte de laberinto en el que cada muro y mampara tenga un diseño distinto entre la multitud de ellos que, de una manera casi inverosímil, realizó Alba Rojo Cama a lo largo de su vida
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Sostiene que sería una obra maestra de la arquitectura fantástica, como moverse en el interior de un gran caleidoscopio en el que el pasmo, la sorpresa continua, el misterio y el regocijo acompañarían al visitante en cada paso de su recorrido
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Egresada de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Alba se lanzó a una de las aventuras más enigmáticas y maravillosas que la humanidad haya emprendido: la creación artística
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En su texto, González Gortázar refiere que la artista partía de una abstracción mental para desembocar en el arte más abstracto de cuantos lo hayan sido, en un ejercicio en que la lucidez y la emoción no luchan por ninguna primacía, porque conviven en hermandad perfecta
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Recuerda la primera vez que la expositora le contó que ensayaba hacer escultura y le describió su método de acción. Sobre un papel cuadriculado trazaba diseños con regla y escuadra, casi siempre en zig zag en sus inicios, que luego recortaba a su manera con una navaja y plegaba como un biombo, con lo que el plano devenía un sorprendente relieve que no sólo cobraba tridimensionalidad, sino que incorporaba el espacio e invitaba al movimiento; luego, bastaba tirar suavemente de los extremos de la hoja para que regresara a ser plana
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González Gortázar pregunta, ¿cómo funciona un cerebro que es capaz de concebir semejantes panoramas de fantasía antes de materializarlos, y de lograr tal efecto mágico (realmente mágico, aunque se abuse tanto de esa palabra sagrada) y semejante emotividad con los recursos aparentemente más simples y los materiales más humildes?
Mientras ese sol brillaba dentro de su cabeza, Alba iba por la vida con la sencillez, la calidez y la modestia que fueron su señal de identidad. Jamás hizo un gesto de autopromoción, ni se envaneció de nada. Es más: creo que nunca se asumió plenamente como una profesional de la escultura, teniendo credenciales más que sobradas para hacerlo. Alba llevaba su grandeza intelectual y humana como quien no se ha enterado
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Fernando González Gortázar remata: “Yo doy fe de la entrañable nobleza y del genio creador de Alba Rojo, la bienamada Güera, que la muerte truncó monstruosamente pronto; y lo hago, como dijo Lorca, con palabras que gimen (y memorias que cantan)”.
La muestra Caleidoscopios se abre hoy al público a las 12:30 horas, en el espacio cultural de Doctor Claudio Bernard 111, colonia Doctores.