os medios oficiales le echan la culpa del desastre económico que han causado, a una crisis mundial. Ésta es evidente en Estados Unidos y nuestra dependencia y en muchos otros lados. Pero vamos a ver que no es mundial, considerando a una gran parte de Asia y, parte también, del Pacífico del lado de ella.
Antes de otra cosa, recordamos que México tuvo un crecimiento económico de 6.2 por ciento en 1949-1982, y en 1983-2017 ya fue de sólo 2.3 por ciento, y para el gobierno actual, 2.1 por ciento. Ahora ya tenemos más datos, incluso sobre 2017, del Banco Mundial (World Bank, oficialmente):
Se incluyeron en esta tabla los países con un crecimiento superior a 5 por ciento, y además Estados Unidos y México, para tener una comparación más amplia.
De los ocho países citados como de alto crecimiento, su población conjunta es de más de 3 mil millones de habitantes, cantidad que se acerca a la mitad de la población mundial. No se puede hablar de crisis mundial en estas condiciones.
Si queremos hablar por separado del año 2017, tampoco veremos a todo el mundo en crisis. No están aún todos los países en la lista del citado banco para 2017, pero los ausentes son pequeños y no hay ninguno con datos que tenga menos de 5 por ciento de crecimiento para el año pasado.
Lo que sí es cierto que el viraje a la derecha en México en 1982, fue el indicador que inició la caída de su economía. La desnacionalización progresiva fue un factor de esa bajada. Por eso, si queremos volver a tener, e incluso superar, nuestro ritmo de crecimiento económico, debemos recuperar al sector energético para la nación, y en especial para el petróleo, no sólo por patriotismo, sino por su gran influencia sobre la economía nacional.
La producción de petróleo líquido fue de 3 mil 383 miles de barriles diarios en 2004, y cayó gradualmente hasta mil 950 miles en 2017. Bajó a 58 por ciento de la producción anterior mencionada, casi a la mitad. No pueden decir los mentirosos que esto no contribuyó a la caída del crecimiento económico del país.
De ahí que demandemos no sólo que se recupere el crecimiento de la economía nacional, sino que, para ello, se recuperen para la nación, el petróleo, la electricidad y en general las áreas estratégicas. Y que se rompa la dependencia del comercio exterior de los vecinos del norte, y se diversifique, por un lado con América Latina, pero sobre todo con China, India (en este caso, con prioridad en las áreas de alta tecnología) y otros países con crecimiento económico como los que vimos.