Opinión
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Elecciones 2018
Ciudad Perdida

El escenario electoral

Se avizoran cambios profundos

El impacto en la capital

S

i bien, como se ha dicho, estas que se celebraran a mitad del año serán las elecciones con el padrón de ciudadanos más robusto de la historia –con los retos que eso demanda– también deberán ser analizadas como una contienda electoral que hoy, casi al cierre de las precampañas, muestra un escenario diferente a los que hasta ahora se han vivido, lo que anuncia cambios profundos, para bien o mal, en ciertas formas de hacer política en el país.

Decimos cambios profundos porque nos referimos a la ausencia, cuando menos pública, de algunos factores de dominación a los que se llamó poderes fácticos, desde donde, se asegura, se podían manipular las elecciones a partir, por ejemplo, de comunicaciones masivas que emitían voces con alta credibilidad (líderes de opinión) o de liderazgos gremiales sometidos a los intereses de su conveniencia.

Tampoco aparece en el escenario –por más temprano que parezca– el pesado poder del gobierno traducido en instrumentos de mercado que perviertan la elección, tal vez porque aún no se tiene claridad en muchos de los campos en los que antes se actuaba con facilidad y convencimiento, o quizá porque ya se han agotado todas las formas y no queda ni una gota de credibilidad ni talento en el diseño de las estrategias de combate electoral.

Los sindicatos patronales, como la Coparmex y su líder Claudio X carecen de la fuerza de hace algunos años. Sus recomendaciones electorales naufragaron en el mar de ese neoliberalismo que puso al país en el filo del desastre político, financiero y social.

El gremio patronal, se debe aceptar, está profundamente dividido, roto, lo que nunca había sucedido, y las amenazas y las recomendaciones de aquel liderazgo parecen ideas sin sentido, fuera de la realidad. Cuando menos esas son las opiniones de quienes son miembros de ese sindicato patronal y saben de los intentos de Claudio X para seguir manejando a ese gremio, que, advierten, no pesará en la elección.

Aunque todo lo descrito gravita en el ámbito nacional, no podríamos decir que no impacta a la Ciudad de México, donde parece que además los controles territoriales viejos, aquellos que se conformaban con mantener, por ejemplo, una cuota económica por el control de una zona de influencia en los puestos de venta sobre las banquetas, han ido cambiando de mandos, e incluso ahora buscan interesar las líneas del quehacer político, impulsados por los peores intereses para la ciudad.

Son momentos de confusión en los que nadie parece estar seguro de nada. Desbordados los límites de la formación ideológica, unos van, otros vienen y el electorado mira desde muy lejos esta histórica contienda por el poder, que seguramente habrá de servir para reconfigurar todo el espectro político en la ciudad, y también, por qué no, en el país.

De pasadita

De cualquier forma hay quienes en busca de no perder el control para poder venderlo al mejor postor aflojan controles y se vuelven permisivos. Así está pasando con los trabajadores que recogen la basura. Hoy hacen lo que se les pega la gana en las calles de la ciudad, pero como alguien vendió la idea falaz de que todos en bola habrán de votar por la candidata del PRD, ninguna ley ni reglamento los intimida. Vamos a ver si al final esos controles de los que hemos hablado también están rotos, y entonces, que nadie hable de traiciones.