Investigadora estadunidense publica en The New Yorker un artículo alusivo a la escritora
en la belleza y el poder subversivo de la imaginación
Julie Phillips prepara una biografía sobre la autora de Las tumbas de Atuan
Sábado 27 de enero de 2018, p. 5
La escritora estadunidense Ursula K. Le Guin, quien falleció el pasado lunes, siempre insistió en la belleza y el poder subversivo de la imaginación, escribió la escritora e investigadora Julie Phillips en un artículo publicado ayer en The New Yorker.
Phillips, quien prepara una biografía sobre la autora de las Crónicas de Terramar, continúa abriendo el espacio para el conocimiento de esta escritora nacida el 21 de octubre de 1929 en Berkeley, California: “Las primeras palabras que leí de la escritora Ursula K. Le Guin, quien murió esta semana a la edad de 88 años, fueron ‘¡Vuelve a casa!’ La súplica –de una madre a su hijo que se marchaba– abren la novela de Le Guin Las tumbas de Atuan. Yo tenía 12 años y estaba enganchada. El hogar y el regreso a casa fueron algunos de los temas más poderosos de la obra de Le Guin, pero ella era una escritora profunda y compleja y por eso ‘hogar’ significaba muchas cosas, incluyendo el ser fiel al arte de uno mismo.
“En su libro The operating instructions escribió: ‘El hogar no es donde te dejan entrar. No es un lugar en absoluto. El hogar es imaginario. Hogar es el inicio, lo imaginario lo que será.”
Viaje a planetas especulativos
Le Guin escribió ensayos, poesía, ficción, parte de ese género fue ciencia ficción y fantasía, algo de ello realista pero mucho es inclasificable, describe Phillips. Llevó a sus lectores a viajar a planetas especulativos, o, en las cinco novelas de su amada Tarramar, los llevó a un archipiélago imaginario
.
La escritora contó con el apoyo de su esposo Charles Le Guin, a quien conoció cuando eran estudiantes, se casaron en París y criaron tres hijos. Charles protegió el tiempo que ella usaba para escribir, y su familia le dio la libertad de la soledad en medio de las rutinas de la casa
.
Al respecto, añade el artículo, Ursula K. Le Guin decía: Un artista puede adentrarse en el mundo privado que crea, y tal vez no sea tan bueno para encontrar de nuevo la salida. Esta podría ser una de las razones por las que siempre he estado agradecida de tener una familia y hacer las tareas domésticas y las estúpidas cosas ordinarias que se tienen que hacer
.
Sin embargo, añade el texto, escribir también le daba equilibrio a su vida familiar y se preguntaba si lidiaba con la fiebre de la maternidad cubriendo largas distancias en la ficción
.
Profunda percepción del asombro
Le Guin fue una mujer que a la par de su fiero intelecto tenía un profundo sentido del asombro, “formada parcialmente por los veranos que pasaba en Napa Valley, y por sus visitas, a la edad de nueve y 10 años, a la Exposición Internacional Golden Gate. En la feria vio a Diego Rivera en un andamio pintando murales, y se le permitió subirse en un percherón, al que le dijeron que era el caballo más alto del mundo. Ella estaba, dijo, ‘en la edad justa para andar boquiabierta por todo”, a partir de eso creó a su personaje Virginia Herne en su obra Hernes, que le valió un Pulitzer, aunque Le Guin me dijo que encontraba un poco sorprendente darle un premio a su personaje más autobiográfico
.
Ursula K. Le Guin siempre insistió en la belleza y el poder subversivo de la imaginación. Fantasía y especulación no eran únicamente sobre inventar; trataban de desafiar el orden establecido
. Algo habló de eso durante la recepción del premio a la trayectoria de la National Book Foundation.
Ahí dijo: La resistencia y el cambio inician en el arte. Muy a menudo en nuestro arte: el arte de las palabras
.
Ursula K. Le Guin falleció el pasado 22 de enero en Portland, Oregon.