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Chililico, Hidalgo Micca Ilhuitl: la fiesta de Mary Andrea Martínez Molina Etnohistoriadora por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y licenciada en danza folklórica por la Escuela Nacional de Danza Folklórica. [email protected]
En la comunidad nahua de Chililico, en Huejutla de Reyes, Hidalgo, el culto a los ancestros es conocido como Micca Ilhuitl, concepto conformado por la conjunción de Micca, muertos, e Ilhuitl, fiesta de guardar. Así, Micca Ilhuitl es la “fiesta de guardar de los muertos”. Para el catolicismo novohispano, las fiestas de guardar exigían la suspensión de las actividades ordinarias y la asistencia obligatoria a la misa celebrada en honor de tales fiestas. La Micca Ilhuitl (xantolo en otras comunidades) es quizá la fiesta de mayor importancia en la Huasteca; comienza el 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel, con la primera ofrenda. Fidencio Hernández Hernández menciona: “en cada uno de los hogares se hace ofrenda para recibir a los difuntos que nos vienen a visitar”. Los domingos posteriores a este día se ofrenda copal, café y pan hasta el día de la ofrenda grande, 30 de octubre, fecha en que levantan una estructura semicircular denominada arco, hecha con fibra de ixiote cubierta con hojas de papatla y forrada con cempoalxochitl. Se ofrendan el arco, la comida, la bebida, el copal, las ceras y la ropa que han de estrenar los ancestros: ropa de manta, naguas, morrales, huaraches, zapatos, blusas bordadas, paliacates, sombreros y máscaras. El 31 de octubre se ofrenda a los angelitos-niños con un guiso de pollo sin picante, dulces, chocolate, tamales de ajonjolí, refrescos, juguetes y ocarinas. Es importante decir que este día la ropa ofrendada en el arco va a ser utilizada por los cuahuehues o cuanegros, nombre que reciben los danzantes en la comunidad.
La danza de cuanegros es interpretada sólo por hombres, tiene dos personajes: los viejos y las viejas que bailan acompañados por un trío huasteco conformado por violín, jarana y quinta huapanguera. Los cuahuehues- viejos de madera, los viejos más antiguos son reconocidos como ancestros, “nosotros somos sus familiares que llegan, nosotros somos sus familiares difuntos”, comenta Fidencio Hernández. Los danzantes se reúnen en la casa de los cuanegros con su ropa de uso cotidiano y, sin haber elegido personaje, comienzan a bailar algunos sones al pie de la ceiba que da nombre al barrio, alternadamentevan entrando a la casapara transformarse y salir ya convertidos en viejos o viejas. Al salir se forman en dos filas frente al altar colocado en la ceiba, los músicos interpretan diferentes sones hasta que los maestros de la danza indican que inicia el recorrido. La danza recorre los barrios del noroeste de Chililico; bailan casa por casa para ofrendar su danza y recibir, como muestra de reciprocidad, una ofrenda que consiste en aguardiente, refresco, tamales y una aportación económica. Se bailan de tres a cinco sones. Para indicar el término de cada son, el viejo principal se dirige a los músicos modificando la voz con sonidos guturales diciendo: ¡mero cuali! ¡mero cuali!, es decir, frases como: ¡hasta ahí la música!, ¡se acabó la música! o ¡música, música! El 1 de noviembre la ofrenda se dedica a los adultos, con un guiso de carne con chile, frijoles, tamales, café, aguardiente, cerveza, cigarros y machetes; los cuahuehues inician su recorrido al suroeste de Chililico, acompañados por más danzantes. Hay más actividad porque “están todos en sus casas, es el día que más piden porque están todos o hay visitas y nos quieren ver cómo bailamos. Todos nos piden que vayamos y hay que bailar otra vez”, explica Fidencio Hernández. El 2 de noviembre Chililico se prepara para convivir en el camposanto; es el último día de los ancestros en la comunidad y así como fueron recibidos desde el 29 de septiembre ahora los tienen que ir a dejar al panteón para que se vayan, si bien, diversos estudios etnográficos indican que la partida real ocurre hasta el 30 de noviembre, día de San Andrés. En el camposanto se les pide a los cuanegros ofrendar su danza en las sepulturas de sus familiares y al terminar de bailar se les ofrece algo de beber o comer tomado de las propias ofrendas. Los danzantesse retiran del camposanto ya entrada la tarde, en la mayoría de casos regresan a sus casas para reunirse con sus familiares y descansar, después de tres días de ardua jornada dancística.
A finales de noviembre los ancestros deben terminar su estancia en el mundo terrenal por lo que los cuahuehues tienen que destaparse. El destape es una celebración en la que en un solo día tienen que visitar aquellas casas donde fueron recibidos a principios de mes con la intención de despedirse de los familiares visitados. Al anochecer los danzantes, que llegan a formar hasta 25 parejas, se reúnen en la casa de los cuahuehues y se forman en dos filas frente a sus padrinos, una de viejos y otra de viejas, y el trío huasteco comienza a interpretar el son Xochipitzahuatl. Los danzantes, viejo y vieja, guían sus pasos hasta llegar con sus padrinos, frente a ellos cada uno se quita la máscara o los pañuelos con los que han cubierto sus rostros y se hincan para ser limpiados por la sahumadora. Cada danzante se levanta mientras que los padrinos beben un sorbo de aguardiente y lo escupen sobre los ojos ya descubiertos de los danzantes. En correspondencia, el danzante ya destapado da como ofrenda a sus padrinos un collar de flores cempoalxochitl; los padrinos se lo cuelgan y el danzante se levanta agradeciendo con un abrazo fraternal por haber sido destapado. Esta acción ritual tiene gran importancia ya que “la persona que bailó se tiene que destapar a la fuerza porque si tú no te destapas, sueñas con los que ya fallecieron”. El papel de los cuanegros es muy importante dentro de la comunidad, pues son los intermediarios entre muertos y vivos y protegen de algunos males y amenazas que ponen en peligro a los miembros de la comunidad, por lo que es común observar que familias con niños de brazos le piden a algún cuanegro que cargue al niño y lo baile, para que la danza sea un medio de protección. El maestro Chema (†) decía: “los bailamos pa´que no se enfermen, para que el espíritu los ayude, luego entregamos al niño ya curado con el cuanegro”.
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