|
||||
Pueblos mayos y yoremes, Sinaloa A estas fiestas todos están invitados Guadalupe Espinoza Sauceda Abogado mayo, acompañante de pueblos y comunidades indígenas
Hablar de las fiestas en los pueblos es hablar de historia, de identidad, de sacar al santo patrono o virgen del pueblo con flores, música y cohetes y pasearlos entre sus casas con los feligreses, es ver danzar, bailando al compás de la guitarra, flauta o violín, etc. Es comer lo típico que se prepara para las fiestas, también. Es ver a su gente ataviada con las mejores galas; son las fechas en que se estrena la ropa nueva, porque con ahínco se ahorró dinero para comprar el traje que se portará en la fiesta para que todos lo vean. Las fiestas en los pueblos son fechas especiales, muchas de ellas coinciden con los ciclos de la vida, de la siembra y de la cosecha. Pero una cosa es lo que se ve y otro el sentido más profundo que representa la fiesta. La fiesta es la historia del pueblo, es para reunir a todos sus miembros, para juntos festejar la vida. No es que sus miembros sólo se emborrachen -como diría un citadino o una persona urbana-. La fiesta representa la vitalidad de una cultura. Por la magnitud de sus fiestas podríamos medir el grado de fuerza o intensidad de un pueblo. Al menos en las comunidades yoremes del norte de Sinaloa, como en Huites, Baymena, San Javier, en el municipio de Choix, pero también puede decirse de las otras comunidades en los municipios de El Fuerte, Ahome, Guasave, Angostura y Sinaloa de Leyva, las fiestas convocan a todos sus integrantes, niños, hombres, mujeres y ancianos de la comarca, es una convocatoria a la que todos están invitados sin necesidad de que se les mande un escrito o carta, pero a la que saben que deben de asistir, estén donde estén. Son los códigos ocultos de las comunidades, máxime que para las culturas mesoamericanas el tiempo es cíclico y circular, a diferencia de la cultura occidental que mide el tiempo en forma lineal. Es el momento del reencuentro, de volver al origen. Es la comunión de las generaciones presentes con las pasadas, incluso con las que ya no están, pero están en sus descendientes. Es el festejo de la vida y de la muerte, esa dualidad que siempre ha acompañado e intrigado a los seres humanos.
En las fiestas se reúnen tres tiempos: el pasado, el presente y el futuro, porque la fiesta no es sólo recordar a los que ya murieron y que no están físicamente –aunque yo tendría mis dudas-, no es sólo el origen, el momento mítico. Es también un tiempo de estar en la tierra, en el cosmos, a la vez que es proyección afirmándose en el presente, por eso en la fiesta hay de todo: rezos, plegarias, comidas, danzas, música y hasta encantamientos. Muchas veces una forma de limar las asperezas al interior de la comunidad es depositando las diferencias en un ente superior y ese es el santo del pueblo o la virgen o en alguna deidad en la que la comunidad crea y que representa a todos, que tienda a disminuir las diferencias de clase y si no cuando menos ocultarlas, por eso a través de la fe o creencias se puede liberar un pueblo –son ideas fuerza- o también oprimir, si opera en sentido inverso. Todo esto está presente en el santo, santa o virgen visto desde la comunidad. La fiesta es entrega total a estar en el pueblo, a ser y hacer comunidad. Es la reafirmación de la identidad, como la flor de la vida y por eso se festeja.
|