20 de enero de 2018     Número 124

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Seris, Sonora

El Hant Comcaac en la palabra
de un pueblo cantor


Para el pueblo comcaac la música es una forma de resistencia cultural
FOTO: Susana Hernández Frías

Jesús Ernesto Ogarrio Huitrón  ENAH

Desde la noche de los tiempos la humanidad se ha valido de la palabra para la enunciación de lo sagrado, de lo divino, de aquello que ni siquiera puede ser nombrado; es lo que da sentido humano a aquellas entidades que transitan por el universo; para los pueblos indígenas, tal concepción se encarna en su territorio, los seris lo llaman Hant Comcaac, conformado geográficamente por mar, desierto y la Isla Tiburón, en la costa norte de Sonora.

“El Hant Comcaac es una extensión de nosotros como seres, sin él no existimos, es como nuestro corazón, pero no en un sentido metafórico, literalmente es un órgano esencial para nuestra vida ya que sin él moriríamos” (Gabriela Molina).

Los comcaac son los interlocutores de su tierra, la cual se manifiesta de forma poética a través de los cantos; surge de la dimensión espiritual del territorio. Sus géneros más significativos como son los xepe an cöicoos o cantos de naturaleza marina; hehe an cöicoos, canciones que hablan acerca de la naturaleza terrestre, y principalmente los hacaatol cöicos o cantos de poder ejecutados por el haaco cama (chamán).

“Cuando canto yo lo siento todo, cierro los ojos y estoy en todos lados, me hago viento y me voy girando. Mis cantos son alabanzas a la eternidad para que todos vayamos a su ritmo, y aquí en la tierra para que a nadie le falte el alimento…” (Francisco Chapo Barnett).

En su pasado remoto las desgracias naturales obligaban a los jóvenes a transformarse para seguir existiendo; no obstante, tales acontecimientos son rememorados por celebraciones y cantos para rendir honores a sus ancestros. Así pasa con la fiesta hecha cada vez que se aparece Xiica Cmotomanoj, mejor conocida como la tortuga de “siete filos”, una celebración de bienvenida a los ocho jóvenes hermanos que alguna vez se transformaron en el animal marino cuando naufragaron hace centurias. Quienes según el relato fueron sorprendidos por una tormenta mientras pescaban en mar abierto, y para evitar que todos murieran, el mayor de los hermanos nadó con los otros siete sobre sus espaldas hasta que la fuerza de la tempestad los obligó a transformarse en el reptil para poder sobrevivir. Su cosmología está plagada de relatos mágicos donde los cantos y las fiestas son la única forma de estar en armonía con el universo y evitar las catástrofes.


Francisco Chapo Barnett, cantante tradicional FOTO: CDI Mx

En tiempos modernos, la familia Barnett se ha destacado en México y alrededor del mundo por su forma única de componer y cantar la música tradicional de los comcaac. Por otra parte, los músicos de las nuevas generaciones han sido tocados por los ritmos occidentales modernos, en los cuales han encontrado una nueva forma de mantener viva su tradición musical. Desde hace poco más de veinte años se fundó la primera banda de rock seri, Hamac Caziim (Fuego bonito), quienes fusionan cantos antiguos con ritmos que van desde el heavy metal hasta el punk. Su música ha dado la vuelta al mundo y ha servido de motivación a otras expresiones musicales en cmiique iitom (idioma seri); tal es el caso de Xeecoj (Lobo), quienes componen balada rock en cmiique iitom contemporáneo.

Para el pueblo comcaac, la música no sólo representa una expresión artística ligada a su cosmología, es una forma de resistencia cultural de la tradición de la palabra, la cual sobrevive porque aún hay mucho que decir. El orgullo guerrero de los comcaac es profundo, y provoca que su gente nueva, al día de hoy, sigua ejecutando los cantos de la victoria –Hant ipcom (esta tierra)– que dan cuenta de la unidad que conforman con su territorio; ya que, ante las amenazas de una nueva tempestad, las nuevas generaciones se han visto obligadas a transformarse una vez más para poder sobrevivir.

Ahora la tormenta es representada por el gran capital de la minería transnacional, el cual en 2014 amenazó con arrasar los lugares sagrados y extender sus dominios a otros rubros de la extracción de bienes naturales.Pero en esta ocasión un grupo de mujeres nadaron en contra de la corriente hasta encarar y frenar la tormenta, la metamorfosis fue política, sin embrago, la intensión es sagrada. Aún persisten los nubarrones que indican que la tormenta no ha cesado, pero los cantos de lucha tienen más voces y nuevos ritmos.

Zara Monroy y Janeydi Molina, compositoras, danzantes y activistas de la Nación Comcaac, representan el rostro femenino de las nuevas luchas por la vida, quienes al ritmo del hip-hop alzan la voz por todos aquellos que han sido despojados de las ganas de seguir cantando.

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