Opinión
Ver día anteriorViernes 17 de noviembre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La metáfora del ajedrez
M

éxico está convertido en un tablero de ajedrez con sus 32 piezas. Los campos negros y los blancos los ocupan los dos grupos políticos dentro del PRI, ambos reclamando ser indispensables y que, según ellos, deberán salvar al país. Las piezas negras pueden denominarse genéricamente atlacomulquenses, oscuro es su color. Las otras, las blancas, representan el revés, son los plus o tecnócratas, los intachables, salvo haber ayudado a hundir al país. Respectivamente representan unos al pasado dinosáurico del poder y otros al limantourismo. Los dos creen tener razones para ser preferidos en la selección del candidato del PRI a la Presidencia, pero ninguno es movido por una emoción patriótica, ideología progresista, a ninguno interesan los pobres. Cada lado tiene un fuerte grupo de prohombres que crearían la siguiente generación de dueños del país. Ambos pelean no por una emoción social, sino porque sencillamente creen que les toca.

No se debate poca cosa. Los negros han sido y son poderosos por la vía del amafiamiento, la corrupción y la impunidad, pero igual quieren más de los mismo, su visión de futuro es su pasado. Los blancos están convencidos de que el desastre de país que tenemos se debe a la estupidez con que se ha gobernado, olvidando que no pocos de ellos han sido cómplices o al menos encubridores letales. A los pluses les une su status encumbrado, su educación académica en el extranjero, su idealismo de lo superior, el haberse formado sin ensuciarse los pies. Pretenden ser intelectuales, coleccionistas de arte, políglotas, viajeros, mundanos, ensayistas, tienen como meta jugar golf, su arrogancia es enorme.

El centro del enigma es: ¿Los negros están prontos a ceder el poder con todas sus consecuencias? Desperdiciarían el poderío todavía enorme, la influencia en las grandes decisiones nacionales, el dominio sobre las relaciones con otros centros de predominio, los enormes negocios que se gestan desde el eje presidencial y las consecuentes comaladas de dinero que son legendarias, pero, sobre todo, hoy perderían su seguridad individual. Perderían la impunidad que los ha cobijado por décadas pero que ahora, sin el poder, se torna un recurso innegociable. ¡¡Temen la cárcel que el pueblo pide darles!!

Y los blancos ¿están dispuestos a dejar pasar la oportunidad de desprestigio y consecuente debilidad de los dinosaurios, aceptando perder lo que creen es su derecho y su deber de santo oficio? Quieren poner orden en la casa con las recetas harvardianas, chicaguenses o yaleistas. Quieren enriquecer más a las cumbres, a costa una vez más de los pobres, engrosar a la banca extranjera y de paso reforzar nuestro genuflexo nacionalismo pro yanqui.

Una verdad es que para unos y para otros en el PRI ya no existen las corporaciones, las que se tornaron inservibles porque se pudrieron en su tinta. La CTM, la CNC y menos la CNOP ya no son factores decisivos en la vida nacional, son simples comparsas. Por eso negros y blancos deberán acudir a los sustitutos de esas corporaciones: Washington, dinero, Iglesia y medios de comunicación. Ellos pueden más que las esqueléticas corporaciones, con la salvedad de que nunca hipotecarán sus simpatías. Irán con quien al final más rentas les sugiera, dentro o fuera del PRI.

Podría pensarse que los negros, los atlacomulquenses, estarían dispuestos a perder sus privilegios a los que se suma hoy su impunidad. ¿Qué, estarían dispuestos jugarse el todo por el todo? La respuesta es no, nunca arriesgarían ser encarcelados y la confiscación de bienes mal habidos. Los asusta la cárcel y con razón. O podría pensarse que los blancos, los pluses, ¿dejarían escapar esta coyuntura? Ellos que han penetrado paulatinamente al Estado desde 1982, que se han convertido en el poder tras el trono hasta donde ellos mismos deciden. Siguiendo esta metáfora de ajedrez, las reinas del tablero habitan en palacios, uno nada menos que en el Palacio Nacional, ellos se autonombran la familia de Hacienda el otro en el de Cobián, aunque la metáfora no señale a su inquilino sino a la corriente de intereses que representa.

Sin discusión, ambos contendientes saben muy bien de la tremenda fuerza que tiene el poder presidencial cuando se decide a desplegarla, confían en que el primero de julio de 2018 toda ella actuará en favor del agraciado y no están perdidos en ese cálculo. La acumulación de recursos y habilidades de los tricolores ya se demostró en el estado de México, todo será cosa de multiplicarlas. Siendo para los negros cuestión de vida o muerte, de jauja o cárcel, hacerse desde el máximo poder todo lo intentarán. ¿De quién y a quién es el jaque mate en el PRI? Ya pronto se sabrá, pero de ganar los negros estarían obligados a cohabitar con los pluses que tienen copado al sector económico de gobierno.