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Cuarenta dibujos de Gustavo Monroy abordan la novela de Camus como metáfora del mal

Dibujos sobre La peste, reflexión acerca de las plagas actuales: violencia y corrupción

Se exhibe como parte de las actividades de la edición 45 del FIC en la Galería el Atrio

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Resolví la obra con tinta y dibujo espontáneo, sin ser muy elaborado; lo hice muy elemental para hablar de algo complejo, fuerte y vigente, afirma Monroy en charla con La JornadaFoto cortesía FIC
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 22 de octubre de 2017, p. 4

Guanajuato, Gto.

Rostros grises, desfigurados y agonizantes son invadidos por ratas en la serie de imágenes creadas por el artista Gustavo Monroy a partir de La peste, novela de Albert Camus.

Los mexicanos estamos viviendo también tiempos de peste, por la corrupción y la violencia, dice en entrevista con La Jornada con motivo de su exposición Dibujos sobre La peste, que se exhibe en la Galería el Atrio, de la Universidad de Guanajuato, como parte de la edición 45 del Festival Internacional Cervantino (FIC). “La Peste es una metáfora del mal, representada en este caso por las ratas”.

En la obra narrativa del Premio Nobel de Literatura de 1957 se describe un desolador panorama en la ciudad argelina de Orán, azotada por una implacable plaga. La obra publicada en 1947 se publicó en un momento de temor en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial.  

Quise retomar el símbolo de las ratas de manera obvia, porque están presentes en la novela de manera abrumadora. Cada día aparecen cientos de ratas que van acabando con la población, apunta Monroy.

En realidad lo que el escritor quiso expresar, entre una de sus muchas lecturas, es la idea de que la peste no acaba cuando se mueren las ratas, si no que el bacilo se queda ahí.

Tinta, carbón, pastel y papel son parte de los elementos que integran la cuarentena de obras, no más grandes que una hoja tamaño carta, que tuvieron como detonante el violento panorama actual, hechos por un artista a quien le duelen los muertos y la catástrofe en México.

Resolví la obra con tinta y dibujo espontáneo. No quise realizar un trabajo muy elaborado; lo hice de manera muy elemental para hablar de algo tan complejo, fuerte y vigente, afirma Monroy, nacido en la Ciudad de México en 1959.

El proyecto original surgió a partir de la editorial Mirlo, que ha publicado libros clásicos de la literatura universal ilustrados por artistas contemporáneos. La obra de Monroy, publicada en 2015, fue invitada a exponerse durante el FIC, del 11 al 29 de octubre, debido a la nacionalidad de Camus, ya que Francia es el país invitado de este año.

Tiempos completamente camusianos son los que percibe Monroy. Esta novela se apega a la realidad mexicana de diversas maneras, metafóricamente es lo mismo, porque tanto la violencia como la corrupción son nuestras plagas contemporáneas.

También con nuestra propia catástrofe que vivimos el 19 de septiembre, el sismo que doblegó tantos edificios y acabó con gran número de personas. Es como si Camus nos inventara de nuevo, como si viviéramos nuestra propia peste, momentos de urgencia que sacan lo peor y lo mejor del ser humano.

Por ejemplo, vimos con este sismo dos contrastes de la naturaleza humana: la solidaridad y la ayuda, lo rápido que nos organizamos como sociedad. Pero, al mismo tiempo, el contraste de lo peor, los políticos con su pequeña estatura ética y moral, así como la rapiña, la bajeza humana que se dio.

Opina Monroy que Camus va a dar mucho de qué hablar en nuestro tiempo. Seguramente seguiremos mencionándolo porque en su obra se expone está necesidad de dignificar al ser humano. Y la peste es la gran metáfora del mal donde todos los elementos conviven y se disparan con su opuesto.

De acuerdo con el artista, así como en su momento se pensó que con la muerte de Hitler y el fin de la Segunda Guerra Mundial se acababa el fascismo, el bacilo de la peste queda en la mentalidad del ser humano y en cualquier momento puede resurgir, como lo estamos viendo en nuestra época. Por eso es tan importante Camus.

Las ratas, con ojillos malignos y brillantes, garras y colas nauseabundas, son símbolo de la epidemia; invaden los muros de la pequeña galería ubicada en la parte baja del Templo de la Compañía, a un costado de la universidad, donde los transeúntes se asoman presurosos entre los viejos portones de madera.

¿Es posible afirmar la vida y los valores humanos aun en la ausencia del sentido supremo, inquiere el texto que presenta al visitante esta invasión gráfica de ratas y caras putrefactas, algunas en huesos, que bullen entre las inquietudes filosóficas provocadas por la literatura del autor de El extranjero.