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Come México Cynthia Robleswelch Coordinadora de la campaña Come México, Slow Food México [email protected]
Me recibió un grupo de 45 niños de seis a siete años de edad de una escuela pública de Nuevo León. Ellos habían ganado un premio de conciencia ambiental que consistía en participar en los laboratorios del gusto que lleva a cabo Slow Food Monterrey Sierra Madre, conmigo al frente. El tema era aprender, divertirse y conocer más sobre la soberanía y cultura alimentaria. Al llegar, resonó el grito de un niño, al parecer enojado: “¡Yo no voy a probar nada!”. Sonreí y les dije a todos: “Felicidades y gracias por cuidar su planeta. Hoy vamos a jugar, conocer, cocinar, probar y divertirnos”. Agregué, señalando al niño altanero: “Tú serás mi ayudante”. Él me lanzó una mirada retadora, pero se paró de inmediato a mi lado. Una pequeña de grandes ojos me preguntó lo que traía. Contesté que traía paciencia, la ciencia de la paz, y que íbamos a empezar a jugar pronto. Sentados en el piso, atentos y emocionados, todos comenzaron a escuchar la narración de Tristán el gato come-colores, mientras íbamos descubriendo las frutas y verduras. -¿Qué es esto? –pregunté mientras levantaba una hermosa coliflor. Los niños, primero atónitos, gritaban cosas como: papa, zanahoria, sandía, lechuga, una flor grande, etcétera. Entre esos gritos, una pequeña muy introvertida gritó: “Coliflor, maestra”. ¡Wow!, expresiones de sorpresa cuando decidí pasar la coliflor para que todos la tocaran y la olieran. Un niño dijo que parecía de plástico, a lo que contesté que no lo era y que estaba llena de vida. Con esa coliflor hermosa hicimos una receta deliciosa entre varios voluntarios: tostadas de maíz con ensalada fresca de coliflor. Todos los niños pudieron probarla, y aquel niño que se convirtió en mi ayudante al final me pidió que le anotara la receta y que le regalara lo que había quedado en el plato para llevárselo a probar a su abuela en casa. Al terminar, una maestra se acercó a mí. Esa experiencia se la llevaría en el corazón para siempre, dijo, y me agradeció por compartir mi sabiduría y por mi amor a la infancia. México se encuentra en un momento sumamente importante en el cual la educación y formación de las nuevas generaciones piden a gritos la innovación y la sinergia entre instituciones, artistas, familia, centros culturales, política y emprendedores sociales, para lograr una oferta formativa que permita a los niños aprender lo que es realmente necesario para su desarrollo. Por medio de su alimento pueden conocer su cultura, historia, identidad y tantas cosas más, pues cocinar es una herramienta vital para la supervivencia que todos requerimos. Esta experiencia y muchas que hemos vivido a lo largo de cinco años, fomentando y ofertando cultura y educación alimentaria, me han hecho emprender, junto con movimientos internacionales como Slow Food, proyectos que permean en las familias para revalorizar nuestras costumbres y tradiciones y darle visibilidad a nuestro campo. Come México es una campaña que lanzaremos, con el apoyo de muchos como tú, por medio de una convocatoria para compartir alimentos y recetas de México. Buscamos enaltecer los saberes culinarios ancestrales y nuestros alimentos para trasmitir un patrimonio e identidad que incentive a las nuevas generaciones a retomar las recetas y volver a cocinar.
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