Londres.

Una representación de Ricardo III, de William Shakespeare, con entradas agotadas, se montó ayer pese a los intentos de evitar que se realizara donde está sepultado el último rey inglés en morir en batalla.

Ricardo, uno de los monarcas más controvertidos de Inglaterra, fue enterrado en 2015 en la catedral de Leicester, en el centro del país, luego de que se descubrieron sus restos debajo de un estacionamiento unos 530 años después de su muerte en la batalla de Bosworth en 1485.

Shakespeare lo describió en su obra como un tirano jorobado, cruel y sádico, responsable de uno de los crímenes más destacados de la historia inglesa: la muerte de sus jóvenes sobrinos, los príncipes de la Torre. Los defensores del rey creen que su reputación fue calumniada por la obra del bardo, que afirman fue un trabajo de propaganda de la dinastía Tudor, que quitó a Ricardo del trono.

Unas mil 300 personas firmaron una petición para detener la producción en la catedral y la historiadora Philippa Langley, clave en recuperar los restos del rey en 2012, dijo que realizar la obra difamatoria de Shakespeare al lado de la tumba del rey no es adecuado ni un acto cristiano.

Sin embargo, David Monteith, el deán de la catedral de Leicester, defendió la decisión.

La obra se verá de nuevo en esta catedral en un mundo donde el poder continúa siendo un elemento de corrupción, donde inocentes son víctimas y la reputación de los buenos es calumniada, dijo Monteith en un comunicado.

Ricardo, quien reinó por 777 días, fue el último de los Plantagenet, dinastía de reyes ingleses que descendía de Francia.

Tras la batalla en Bosworth, su cuerpo desnudo fue arrojado sobre un caballo, llevado a Leicester y enterrado en una fosa normal. Su hallazgo fue descrito por los expertos como uno de los descubrimientos más importantes en la historia inglesa.