Picasso convirtió el bombardeo a esa localidad vasca en ícono antibelicista
a la reconciliación
En Madrid se limitan a homenajear el cuadro de Picasso como podrían haberlo hecho con Las señoritas de Avignon, dijo María González Gorosarri, catedrática de la Universidad del País Vasco
Miércoles 26 de abril de 2017, p. 5
Madrid.
Era un lunes de mercado, el 26 de abril de 1937. Gernika estaba llena de viajeros, comerciantes y familias que daban vida a esta pequeña localidad rural del País Vasco, de 5 mil habitantes que entonces vivía atemorizada y en alerta tras el comienzo de la Guerra Civil española, un año antes.
De pronto, de los valles montañosos que rodean la comarca, irrumpieron el sonido y luego las siluetas de los aviones de la Legión Cóndor alemana y la fuerza aérea italiana que, en un ataque coordinado y orquestado de la mano del entonces general alzista y poco después dictador español, Francisco Franco, arrojaron decenas de bombas en las calles y plazas del pueblo.
Fue el primer bombardeo indiscriminado contra una población civil perpetrado por un ejército regular y se convirtió también en fuente de inspiración del mural que dos años después pintó Pablo Picasso, Guernica, símbolo contra la guerra y la violencia.
Hoy se cumplen 80 años de uno de los actos de barbarie más cruentos de la Guerra Civil española (1936-1939).
Mensaje de paz al mundo
Los responsables del bombardeo fueron tres de los personajes más repudiados del siglo XX: Adolf Hitler, Benito Mussolini y Francisco Franco, responsables históricos de la destrucción de Gernika y de la muerte de centenares de personas, entre 250 y 300, según algunos investigadores, más de 2 mil 500, según otros.
Ese aniversario volvió a servir de plataforma para lanzar al mundo un mensaje de paz, de reconciliación y de alerta ante la espiral de violencia y las guerras.
Este año Gernika acogió en la sede del ayuntamiento a Sergio Jaramillo, alto comisionado para la Paz de Colombia, a quien se entregó el Premio Gernika por la Paz y la Reconciliación, otorgado a los dos interlocutores que hicieron posible el acuerdo de armisticio en el país sudamericano: el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko. Además de reconocer la labor de denuncia del sufrimiento que dejan las guerras y la opresión en lugares marginados a través del trabajo del fotógrafo Gervasio Sánchez.
Los actos para rememorar el bombardeo a Gernika se pensaron para reflexionar y aclarar puntos que siguen en la oscuridad, así como buscar la reconciliación, por lo que invitaron a descendientes de militares alemanes de la Legión Cóndor y a dos pilotos que aún viven.
Entre los que participaron en los debates destacó Xabier Irujo, director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, autor del libro Gernika: 26 de abril de 1937, quien expresó: Sin duda lo ocurrido en Gernika fue un genocidio, pues puede haber un genocidio sin matar a una sola persona, de lo que se trata es del intento de eliminar el patrón nacional, la red cultural de un grupo humano
.
“La verdad –agregó Irujo– lleva incinerada 80 años; primero se hizo a base de terror, y cuanto más terror se ejerce sobre una verdad, más tarda en hacerse ver, sobre todo porque la mentira no se entierra con terror, sino con verdad. Así que si alguien escribe hoy que murieron menos de 600 personas está dando la razón a Queipo de Llano y llamando mentiroso a Noel Monks (el reportero del periódico Daily Express quien fue el único en acudir al lugar del atatan luego se produjo).
La profesora de la Universidad del País Vasco, María González Gorosarri, añadió: “En los recientes 80 años han existido dos verdades: la oficial, que es mentira, y la del pueblo. Ahora admiten que hubo un bombardeo fascista, pero dicen que se les fue la mano a alemanes e italianos, que el objetivo militar era el puente de Errentería. Y en Madrid se limitan a homenajear el cuadro de Picasso como podrían haberlo hecho con Las señoritas de Avignon”.