Morena y su laxa apertura
Eva Cadena, botón de muestra
Oportunidad para corregir
Lozoya, rumbo a la impunidad
on un costo político por definirse, el partido del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ha sido colocado (contra su voluntad) en un escenario circunstancial de suciedad política que, más allá de las pasiones grupales (con frecuencia, productoras de obcecación defensiva y de exculpaciones en automático), debería ser asumido por sus dirigentes como una oportuna alerta respecto de los evidentes riesgos de distorsión, infiltración y manipulación que conlleva de manera natural la demasiado laxa apertura de la joven organización lopezobradorista hacia cuadros políticos ajenos y contradictorios, en aras de una supuesta necesidad táctica de alianzas electorales para afianzar el triunfo del tabasqueño en 2018.
La aparición a cuadro de Eva Cadena Sandoval recibiendo fajos de billetes, en una especie de nueva edición del episodio fraguado en marzo de 2004 para presentar a René Bejarano como El señor de las ligas, encaja a la perfección en la secuencia acusatoria contra Andrés Manuel López Obrador que detonó el gobernador panista de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares (especialista en montajes, guerra sucia y provocaciones, entre otras prendas oscuras), y que se prevé va a apuntalar el ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, predestinado a ser ave cantora de mal agüero para AMLO.
El incidente de la ex panista habilitada como morenista (incidente que puede dar origen a una investigación judicial en forma) sólo ha sido, sin embargo, una muestra estridente, y muy bien aprovechada por los adversarios de López Obrador, del material defectuoso que está recogiendo el partido revelación de la temporada. A nadie debería sorprender el estilo y las andanzas de varios de los políticos reciclados, casi de manera eucarística, por un virtual candidato presidencial que goza de una amplia base de apoyo popular, pero se empeña en coronar su esfuerzo de proselitismo con una discutible recolección de piezas dañadas del sistema político clásico, desde ex chuchistas en fuga, como el senador Miguel Barbosa, hasta priístas y panistas reconfigurados, supuestamente, al amparo de la conversión a las filas del partido que a estas alturas parece encaminarse a ser el ganador.
El carnaval de oportunismo que López Obrador ha propiciado en estos meses contrasta con las promesas originales de purismo que se pretendía exterminador de pecadores y remisos. De los postulados iniciales, que rechazaban con furia de cruzados la posibilidad de ir siquiera a la esquina
con perredistas y otros segregados, se pasó al perdón por anticipado a todo aquel que cruzara la línea divisoria, para expresar apoyo al proyecto moreno. Varios de los cuadros
de la clase política amnistiada por adelantado llegan a sus nuevos territorios con sus prácticas, bases y recursos, decididos a invertir en la nueva opción, para más adelante acercarse a la cosecha (varios de los recién llegados ya van ocupando espacio en los templetes de más privilegio).
Por lo pronto, la maquinaria mediática, previamente aceitada contra López Obrador y Morena, ha recibido material que es usado de manera inmediata e insistente para generar una percepción similar a la que en 2004 se buscó con el bejaranazo ahumado y rosarino y con el episodio llamado pase de charola
que en 2012 fue también revelado para desatar una campaña de desacreditación del candidato, entonces perredista, que parecía llevar delantera. Como en 2012, el golpe en 2017 de la diputada veracruzana recibiendo dinero, supuestamente para darlo a López Obrador, podrá ser utilizado para que en el mundillo manipulable de las encuestas de opinión se comiencen a instalar cifras a conveniencia de los partidos unidos, PRI y PAN.
Desde luego, una posibilidad muy en boga es la de cerrar los ojos y atribuir lo sucedido con Eva Cadena a factores complotistas diseñados por las mafias del poder (o recurrir a una fraseología litúrgica: Siempre hemos salido de la calumnia ilesos. Nuestro escudo protector es la honestidad
, ha respondido AMLO). Es evidente, y casi consustancial a una guerra política de las dimensiones de la que tiene como meta el 2018, que los adversarios golpeen con lo que tengan a la mano y que inventen, exageren y difamen. Pero el verdadero golpe a Morena y a su candidato adelantado provendrá de su propia incapacidad para la autocrítica y de una galopante incapacidad para revisar el modelo de adopción de figuras externas que, como se ha visto en el caso veracruzano en mención, se hacen acompañar de los gérmenes luego desarrollados por los laboratorios oficiales.
No se resuelve el fondo del asunto, para Morena, con que la diputada Cadena haya renunciado a la candidatura a presidente municipal (como Lázaro Mazón renunció a la virtual candidatura a gobernador de Guerrero, después de la desaparición de los normalistas en Iguala, donde Mazón había apoyado a José Luis Abarca para presidente municipal), que diga que devolvió el dinero recibido y que vaya a ser sancionada por las instancias nacionales de su reciente partido. Tampoco se revertirán las tendencias negativas, que han sido inducidas por el oficialismo a partir de un hecho cierto, invocando demonios sueltos y conspiraciones de élite. Morena, gracias a Eva Cadena, haya sido ella chamaqueada, infiltrada o parte de la trama (una especie de diputada de Troya), tiene ante sí la oportunidad de corregir varios de sus puntos explícitamente débiles (entre ellos, sobre todo, el reciclaje casi indiscriminado), antes de que éstos sean explotados por sus taimados adversarios.
Para demostrar que va en firme la lucha contra la corrupción, la mayoría oficialista que domina una subcomisión de la Cámara de Diputados dejó fuera del rango de castigo a Emilio Lozoya Austin, quien fue director de Pemex y está bajo la lupa judicial (la extranjera, desde luego), como presunto involucrado en actos de corrupción en el expediente Odebrecht. ¡Hasta mañana!
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