El intérprete español actuó junto con Serrat, Ana Belén y Víctor Manuel en el Auditorio
primer ente más odiado del planeta: Trump
El gusto es nuestro volvió a la Ciudad de México luego de 20 años
Cantaron sus temas emblemáticos de solistas y luego interpretaron en conjunto el Himno a la alegría
Sábado 25 de febrero de 2017, p. 7
La noche del jueves en el Auditorio Nacional, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos recibieron a su público con el tema Hoy puede ser un gran día. Fue la primera gran velada de la gira El gusto es nuestro, en la Ciudad de México.
Luego de 20 años de haberse presentado en el país, los fans cantaron y bailaron con estos cuatro grandes del otro lado del mar, a quienes también les gritaron su admiración (¡Te amo, Serrat!
).
Víctor Manuel abrió las participaciones solistas con Sólo pienso en ti, historia de un amor socialmente imposible de una pareja de discapacitados que rompió prejuicios; continuó con Cómo voy a olvidarme, cuya letra es un no a la desmemoria de los muertos del franquismo: Sólo olvidan los bobos/ que rescriben la historia/ para borrarlo todo
.
A continuación sonaron los primeros acordes de Cantares, y Joan Manuel Serrat –quien, modestia aparte, es catalán
– se incorporó al escenario. “¡Buenas noches, México de mi alma! –dijo–. Es lindo rencontrarse y ver que, a pesar del tiempo, hay gente joven, muchos de los que no estuvieron en otros inolvidables conciertos. No sé qué os habrá inducido, con tantas tentaciones, a estar aquí”.
Si un gran público joven sería atraído por las canciones del cantautor parecía una duda reiterada (La Jornada, 22/2/17): el aplauso de los muchachos del segundo piso del inmueble, los menos visibles desde el escenario y los más emocionados, despejó cualquier resabio.
Las pieles maduras asomaban arrugas y lunares, pero las interpretaciones enérgicas se impusieron a los reflejos de las pantallas. En particular, Miguel Ríos, cuyo curioso parecido físico con Keith Richards acentuaba su espíritu roquero y sus movimientos ad hoc, cuando incitó al público a dejar de ser de ópera
y a gritar, a moverse e, incluso, a sacudir la conciencia, como cuando se refirió al primer ente más odiado de la Tierra, Donald Trump
, del clan de los fascistas, de lo jodido que son, sobre todo cuando están en el poder
.
La respuesta al llamado, al parecer no fue muy clara, porque reclamó: Pareciera que están en favor de él. ¡¿Qué pasa?!
Y de nuevo, los aplausos, los chiflidos y la frase de John Lennon (que la gente de gayola aplauda; el resto puede agitar sus joyas
) surgieron del segundo piso.
A continuación dirigió un homenaje a todos los roqueros de este lado del Atlántico, que nos han enseñado a entender el rocanrol: Teen Tops, Enrique Guzmán
. Y se siguió con El blues del autobús y las infaltables Santa Lucía e Himno a la alegría, cantada por los cuatro que, por fin, hicieron al público levantarse de las butacas y bailar.
Antes, Serrat se había incorporado como solista a los acordes de No hago otra cosa que pensar en ti, tema al que se sumaron sus tres compañeros de gira. Las linternas de los celulares acompañaron su versión de Serenata huasteca, de José Alfredo Jiménez.
La voz potente de Ana Belén también se lució con un tema del rey de la canción mexicana
, Ojalá que te vaya bonito, que dedicó a los hombres que ha amado y admira, así como agradecimiento a México. La cantante también se refirió a Trump, a quien llamó el señor naranja, un mal sueño del que un día despertaremos
.
Unos 10 músicos brillaron en el escenario, así como dos coristas, que fueron destacados por los cantantes. El fondo del escenario ilustró los temas, como bocas a punto de un beso, cuando Ana Belén interpretó Lía, y el letrero de un bar cuando cantó una clásica de Billy Joel, El hombre del piano.
Luego de más de dos horas de temas clásicos aplaudidos, el primer concierto de El gusto es nuestro en la Ciudad de México cerró en el encore con La fiesta y La puerta de Alcalá. Larga vida a estos enormes cantantes.