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La comunalidad y el amaranto Mauricio del Villar Coordinador del Grupo Enlace para la Promoción del Amaranto en México y director de Economía Social en Puente a la Salud Comunitaria, AC [email protected]. La comunalidad “expresa principios y verdades universales en lo que respecta al modo de vida de la sociedad. La Tierra como madre y como territorio, el consenso para la toma de decisiones, el servicio gratuito como ejercicio de autoridad, el trabajo colectivo como un acto de recreación y los ritos como expresión del don comunal”. Entender plenamente cada uno de sus elementos demanda tomar en cuenta ciertas nociones: lo comunal, lo colectivo, la complementariedad y la integralidad. Si no tenemos presente “el sentido comunal e integral de cada parte que pretendamos comprender y explicar, nuestro conocimiento estará siempre limitado”, de acuerdo con Floriberto Díaz Gómez, pensador y antropólogo de la Sierra Mixe de Oaxaca. Desde esa comunalidad parte la relación que el amaranto tuvo con las comunidades prehispánicas que lo consideraban un alimento sagrado y fundamental en la dieta cotidiana, por lo que tenía su lugar junto al maíz y al frijol. En lengua originaria se le llamaba huautli, queriendo decir la más pequeña dadora de vida. Al igual que los pueblos originarios de nuestro país, el amaranto continúa “luchando” para mantenerse vivo en las comunidades, resistiendo los embates culturales que lo prohibieron desde la época colonial hasta la dominación de esta nueva forma de vida que pretende homogenizar al mundo. A lo largo de las cuatro décadas recientes, se ha contado con la decidida aportación de personas persistentes que han venido impulsando el amaranto, como lo fueron los doctores Alfredo Sánchez Marroquín y Benito Manrique de Lara, sin dejar de reconocer a los cientos de productores, transformadores y consumidores de este grano que día tras día le dan vida a este grano en las diversas comunidades donde lo podemos encontrar. Justo así, partiendo del amaranto como algo colectivo, a finales de 2013 nació el Grupo de Enlace para la Promoción del Amaranto en México, que representó el momento cuando la voluntad de productores, transformadores, instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y promotores del amaranto se unieron para integrar una nueva comunidad alrededor de este pequeño grano que nos permitiera compartir conocimientos y experiencias. Por medio de la iniciativa “Caminos del Amaranto” nos propusimos visitar las diferentes comunidades donde la planta está presente: Desde Tulyehualco, en Xochimilco, al oriente de la Ciudad de México, hasta las faldas inferiores de la Sierra Nevada en San Juan Amecac, en el estado de Puebla. Desde los caminos andados por Emiliano Zapata en Huazulco, Morelos, el sol siguió su camino hasta los Valles Centrales de Oaxaca. Desde Tochimilco, en las faldas del volcán Popocatépetl, en el estado de Puebla, hasta el “lugar de los montes” en Cuapiaxtla, Tlaxcala. Desde la nación Ñuu Savi en la mixteca oaxaqueña hasta el valle de Huizcazdha, en Hidalgo… Este recorrido nos permitió ver las diversas formas en que se relacionaban las personas con el amaranto; los diferentes colores de la tierra, los rojos, los amarillos, los negros y los grisáceos; las distintas variedades de amaranto que se diferenciaban por sus panojas verdes, doradas, rojas y multicolores, pintando los paisajes con una marea de color y cultura. De igual forma, vimos la diversidad en que este grano se transformaba desde la producción familiar hasta las empresas que han desarrollado su propia tecnología. Posteriormente, en agosto del 2014 organizamos el Primer Congreso Nacional del Amaranto en México, que se realizó en la Universidad Autónoma Chapingo, donde expusieron diversos especialistas nacionales e internacionales. Como parte fundamental de la declaratoria, se enfatizó la necesidad de fortalecer la organización de los productores, diseñar una estrategia en materia de política pública, generar una nueva forma de vinculación con instituciones de investigación, innovar productos, capacitar para transferir tecnología, implementar una estrategia de difusión y, finalmente, aprovechar los beneficios del amaranto para reducir las desigualdades entre las comunidades urbanas y rurales de México. Para septiembre del 2015 se celebró el Primer Encuentro Nacional de Productores de Amaranto, como parte de una propuesta que hicieron los campesinos que pertenecen al Grupo de Enlace, con el propósito de que intercambiaran experiencias en torno al cultivo. El evento tuvo lugar en San Juan Amecac y en las instalaciones del Colegio de Postgraduados Campus Puebla. En el encuentro –cuyo lema fue “Por el derecho a seguir siendo campesinos y campesinas”– participaron más de 500 productores de amaranto de ocho estados de la República que unieron sus voces para manifestar: “Debemos sentirnos dignos de producir teniendo la capacidad de sentirnos orgullosos de ser campesinos y contagiar e invitar a sumarse a no dejar el campo, por ser un privilegio ser campesino, empezando con nuestras familias. Recuperar y cambiar el aprendizaje en los niños y enseñarles la agricultura y la importancia de ésta. El amor por el cultivo de nuestra siembra de nuestro campo es puro amaranto”. El Día Nacional del Amaranto se celebró en octubre del 2016 a los pies del Monumento a la Revolución; fue un evento organizado conjuntamente por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), del gobierno de la Ciudad de México, y por representantes del Sistema Producto Amaranto, quienes son miembros del Grupo de Enlace. En dicho espacio se unieron diferentes voces con el propósito de dar a conocer las iniciativas alrededor del amaranto y promover su consumo. En febrero de 2017 se realizó en el Palacio Legislativo de San Lázaro el Segundo Congreso Nacional del Amaranto, titulado “Generando políticas públicas”, al cabo del cual se declaró el amaranto como un alimento estratégico en México y se enfatizó la urgencia de legislar a su favor, tomando como sustento jurídico el artículo cuarto de la Constitución, que mandata al Estado para que garantice el derecho de toda persona a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. Ya es momento de que el amaranto retome el lugar de importancia que ocupaba en la época prehispánica y que se le reconozca como un alimento y un cultivo estratégico que puede contribuir a mejorar las condiciones agrícolas, alimentarias y de salud por las que atraviesa el país. Como Grupo de Enlace, seguiremos caminando para fortalecer esta comunalidad alrededor del amaranto y para contar con un conocimiento ilimitado basado en la complementariedad y la integralidad de lo que representa esta pequeña gran semilla.
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