Suele confundírsele con otros trastornos, indican expertos
Lunes 23 de enero de 2017, p. 36
En el área metropolitana de la Ciudad de México dos de cada 10 niños y adolescentes presentan síntomas de depresión, según un estudio de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El equipo de investigación, liderado por Verónica Alcalá Herrera, académica de esa entidad universitaria, analizó a 2 mil 786 niños y adolescentes de ocho a 17 años en escuelas públicas y privadas de la zona metropolitana de la capital del país.
El propósito del estudio fue saber si había síntomas depresivos. Los indicios aparecieron en mayor medida en la etapa prepúber (púber: pubertad, primera fase de la adolescencia) que en los adolescentes (pospúber), se dio a conocer en información de la UNAM.
Los niños con características depresivas suelen mostrarse irritables, desatentos y aburridos; la forma de expresar sus sentimientos no se relaciona con su conducta ni reflejan su tristeza. Por eso se dice que la depresión infantil se encuentra enmascarada: las señales suelen confundirse con otros desórdenes de la conducta y el diagnóstico es complicado
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Las manifestaciones más específicas
aparecieron en los pospúberes, quienes reportaron reactividad afectiva como llanto, tristeza evidente, baja autoestima, aislamiento y poco contacto con la familia o amigos. En los prepúberes el afecto positivo (capacidad de disfrutar, alegría y optimismo) se mostró intacto, mientras en los pospúberes aparece disminuido, lo que indica una afección.
Según la investigadora, si los prepúberes con indicios de depresión no son atendidos, manifestarán sintomatología severa en la etapa pospúber; en tanto, si los pospúberes no son identificados y atendidos, tendrán alta probabilidad de ser adultos depresivos.
En entrevista por separado, Feggy Ostrosky, titular del Laboratorio de Sicología y Neurosicología de la Facultad de Sicología, se refirió a los recientes hechos en el Colegio Americano del Noreste, en Monterrey, donde un adolescente disparó contra sus compañeros y profesora y después se suicidó.
La experta subrayó que los niños viven en ambientes sociales en los que la violencia es la forma principal de entretenimiento y están expuestos a valores que la refuerzan y la glorifican. Y esto en cerebros en formación, como en los adolescentes, afecta mucho más
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Indicó que Internet y las redes sociales son positivas, pero al mismo tiempo pueden jugar en contra para que los jóvenes tengan acceso a información sobre armas y su manejo y cómo y dónde comprarlas.
“La educación está equivocada; enseñamos a los niños cómo aprenderse de memoria muchos datos, (pero) hoy lo que se necesita es una serie de funciones ejecutivas, como el autocontrol y el automonitoreo.
Hay que enseñar flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de resolver problemas de diferentes formas, pues en un mundo continuamente cambiante no sirve aplicar el mismo esquema. Hay que entrenar la memoria del trabajo; los especialistas saben que todas esas habilidades se tienen que entrenar y no se ha incorporado al sistema educativo. Creo que es responsabilidad de todos
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