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Baudelaire, Whitman, Breton, Ginsberg y Langston Hughes marcan su obra

Cinco poetas han aportado inspiración a Bob Dylan, Nobel de Literatura 2016

Las sorprendentes imágenes eróticas de mujeres en los surrealistas tienen ecos en sus letras románticas

El autor de A Hard Rain’s A-Gonna Fallde transformó la cultura popular en los años 60

Foto
Bob Dylan con el premio Polar, que otorga la Real Academia Sueca de Música, cuando el autor de The times they are a’ changin’ lo recibió en 2000, de manos del rey Carlos Gustavo, quien cada año también entrega los premios Nobel. Imagen tomada de Internet
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de diciembre de 2016, p. 5

El poeta Robert Lowell, laureado con el Premio Pulitzer, afirmó que Bob Dylan no era poeta porque se apoyaba en la muleta de la guitarra. Es claro que el comité Nobel no estuvo de acuerdo: le concedió el Premio Nobel de Literatura. De hecho, Dylan se ha apoyado en la poesía más que cualquier otro músico, antes o después. He aquí cinco poetas que le han aportado inspiración.

Charles Baudelaire (1821-1867)

El uso de hachís por Baudelaire, su disgusto por la estirada clase media y su celebración de prostitutas, visionarios y marginados produjeron una poesía que habría tenido resonancia en el Dylan de Mr Tambourine Man.

En cualquier lugar fuera de este mundo, de Baudelaire, comparte y anticipa la lírica visionaria de Dylan a mediados de la década de 1960, alimentada por la mariguana, Baudelaire escribe:

“Vámonos aún más allá, al último extremo del Báltico, más lejos aún de la vida, si es posible... Al cabo, mi alma hace explosión y me grita con sabiduría: ‘¡No importa dónde! ¡No importa dónde, con tal que sea fuera del mundo!’”

Y al parecer Dylan no se apoyó con mucha fuerza en la muleta de su guitarra al escribir en Mr Tambourine Man:

“Sí, bailar bajo el cielo de diamante, con el mar dibujando la silueta de una mano que se agita libre, rodeada por las arenas del circo,

con todos los recuerdos y el destino arrojados al fondo, debajo de las olas,

déjame olvidarme del hoy hasta mañana...”

Walt Whitman (1819-1892)

La visión incluyente y democrática que Walt Whitman tenía de Estados Unidos habría sido de enorme atractivo para el joven Dylan. La edición de 1985 de Hojas de hierba presenta a un poeta –de camisa abierta, sin afeitar, confiado en su atractivo sexual– que no habría estado fuera de lugar en ninguna de las portadas de los álbumes de Dylan en los sesentas. Su Canto al cuerpo eléctrico –con su guiño inconsciente hacia el trayecto de Dylan de trovador a bohemio eléctrico– abre así:

Yo canto al cuerpo eléctrico,

Me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo,

No han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda,

Hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma.

Sus versos extensos y visionarios anticiparon e inspiraron las largas letras de Dylan, desde A Hard Rain’s A-Gonna Fall hasta Desolation Row, y ofrecieron un modelo que el joven cantante se esmeró en seguir.

André Breton (1896-1966)

André Breton fue la figura señera de los surrealistas, grupo de escritores que se reunió en París en las décadas de 1920 y 1930. Las sorprendentes imágenes eróticas de mujeres en los surrealistas tienen ecos en las letras románticas de Dylan. Unión libre, de Breton, es un poema en el que el amor por el lenguaje y por una mujer abruman al lector con su belleza e intención erótica. Comienza así:

Mi mujer con la cabellera de fuego de los bosques

Con pensamientos de relámpago de calor

Con su talle de reloj de arena

Mi mujer con su talle de nutria en los dientes del tigre

Rara vez se comentan las imágenes de amor y de mujeres en Dylan. Cuando se habla de ellas es para mofarse del surrealismo de sus letras. Love Minus Zero/ No Limit contiene este verso:

La capa y la espada cuelgan

Las damas encienden las

velas

en las ceremonias de los

jinetes

Hasta el peón debe sentir

rencor

Estatuas hechas de palillos

Se derriban unas a otras

Mi amor hace un guiño, ella

no molesta

Ella sabe demasiado para

alegar o juzgar

Si Dylan peca aquí, también lo hace todo un movimiento literario y artístico. En sus momentos culminantes, Dylan unió surrealismo y amor tan bien como cualquiera de sus poetas más importantes.

Allen Ginsberg (1926-1997) Uno sólo puede imaginar de qué forma el judío adolescente Dylan debió haberse maravillado ante Ginsberg, el obsesivo poeta beat de los anteojos, y el impacto de su poema Alarido. En A Hard Rain’s A-Gonna Fall, Dylan reconoce los hípsters cabeza de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el dínamo estrellado de la maquinaria de la noche y los recicla en vi a diez mil conversadores cuyas lenguas fueron arrancadas/ vi armas de fuego y filosas espadas en manos de niños pequeños.

Langston Hughes (1902-1967)

Uno de los poetas claves del renacimiento de Harlem en la década de 1920, Hughes fue responsable de la integración de las formas del jazz y el arte negro en la poesía. En Harlem usa cortas líneas rítmicas que anticipan el proto-rap de Subterranean Homesick Blues, de Dylan. He aquí el poema completo:

¿Qué ocurre con un sueño aplazado?

¿Se seca al sol como una uva pasa?

¿O se encona como una llaga y luego se extiende?

¿Apesta como carne podrida?

¿O se endurece y azucara como un dulce almibarado?

¿Tal vez sólo se hunde como una carga pesada?

¿O explota?

Bob Dylan –en el pensamiento/pavimento acerca del gobierno– transformó la cultura popular en la década de 1960. Para muchos, sus letras parecían salir de la nada. Si todo lo que uno había hecho era escuchar a Sinatra, era cierto.

En cambio, para los bohemios que frecuentaban los cafés y prestaban atención a los poetas, todo lo que hacía era lo que los poetas siempre han hecho: hacer todo de nuevo y decirlo como es.

Tim Atkins es conferencista en escritura creativa en la Universidad del Este de Londres. Este texto apareció originalmente en The Conversation

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya