Abrirán la primera magna retrospectiva del pintor francés en el Museo Thyssen Bornemisza
Setenta y ocho obras retratan la intimidad, así como la forma en la que miraba el cuerpo humano
Que sus cinco sentidos funcionaran bien era lo más importante para él, incluso más que el cerebro, señala Guillermo Solana, curador de la exposición y director artístico de ese recinto
Martes 18 de octubre de 2016, p. 4
Madrid.
Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) era un artista que cuando buscaba inspiración miraba con fulgor las flores, las mujeres, las nubes del cielo como otros hombres tocan y acarician
.
Su pincel, que se erigió en unos de los más vanguardistas e iconoclastas del final del siglo XIX, también cinceló algunas de las páginas más sensuales y oníricas del impresionismo.
Mostrar ese lado íntimo y fogoso es uno de los objetivos de la exposición Renoir: intimidad, que hoy se inaugura y es la primera gran retrospectiva que se lleva a cabo sobre este artista en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Son 78 obras procedentes de algunas de las colecciones más completas de Renoir, incluida la del magnate mexicano José Antonio Pérez Simón, que dan vida a una de las muestras que retratan la intimidad, pero también la forma en la que miraba al cuerpo humano y el paso del tiempo el creador francés.
Por eso en la muestra hay varios apartados o géneros, incluidos los retratos de su grupo de artistas amigos, como Manet y Degas –también compañeros del movimiento impresionista.
La finalidad de mostrar esos retratos en primer plano, con la mirada ocupando la mayor parte del lienzo es, según el curador y director artístico del museo madrileño, Guillermo Solana, entrar en sintonía con lo que pintaba. Eso es lo que llamamos intimidad y eso es lo que queremos trasladar al espectador
.
Además del carácter sensual e íntimo de la mayor parte de las obras que forman la exposición, otro eslabón que sirvió para trazar el perfil del recorrido fueron los olores que transpiraban sus cuadros, se entiende que metafóricamente, en los que se perciben algunos de los elementos que más entusiasmaban a Renoir durante sus paseos por los jardines: la hierba mojada, las margaritas floreciendo, la fragancia de las rosas o la dulzura de las lilas.
Así lo explica el comisario: Mientras en los retratos de Manet o Degas, por ejemplo, los protagonistas mantienen la distancia entre ellos y con el espectador, Renoir dota a sus figuras de una cercanía tangible. En sus escenas con dos o más personajes es habitual que éstas participen en un juego de alternancia entre el contacto visual y físico, parejas de hermanos o de madres e hijos en las que uno mira al otro y éste le corresponde tocándolo con la mano
.
La muestra se divide en seis apartados: Impresionismo, tanto en su faceta pública como privada; Los retratos de encargo; Los placeres cotidianos; los paisajes del norte y del sur; La familia y su entorno, y Bañistas.
Gran parte de las obras tienen el denominador común de la celebración de la naturaleza y sus paisajes y el cuerpo desnudo. Fue en ellos donde asimiló todo lo que no había aprendido antes, la forma de medirse con otros maestros de la época y una manera de encontrar su sitio. La sensación de que los cinco sentidos de Renoir funcionaban bien es la principal conclusión. Para él, eran lo más importante, incluso más que el cerebro
.
Al propio Renoir le parecía una petulancia sin sentido celebrar la pintura trágica como algo heroico
, pues era un convencido de que había más heroísmo en la celebración de la vida a través del arte.
Entre las piezas expuestas hay algunos de los íconos de su faceta impresionista, como Después del almuerzo (1879), Almuerzo en el restaurante Fournaise (1869), un estudio natural de Le Moulin de la Galette (1875-1876), El paseo (1870) y Mujer con sombrilla en un jardín (1875).
Renoir: intimidad, en el Museo Thyssen-Bornemisza, concluirá el 22 de enero.