ebo confesar, con cierta vergüenza, que siento nostalgia por los informes de gobierno del pasado. Sí, ya sé que eran formatos faraónicos, con larguísimos discursos –interrumpidos por los aplausos de los asistentes e invitados especiales que aprovechaba el presidente para tomar agua–, era el culto al titular del Poder Ejecutivo, los tumultos en torno a su persona, el besamanos… Pero entre todo eso había ideas, contenidos (o ausencia de los mismos), al fin de cuentas, un cierto tipo de datos.
Vivimos otros tiempos y ahora todo es diferente. Se entiende, porque el informe se rinde ante un Congreso de la Unión que es cada vez más participativo, plural y crítico, pero esta vez quedó la sensación de que algo faltó. Además de la formalidad del texto y los anexos entregados el primero de septiembre, el formato se transformó en una reunión con jóvenes, en la cual, si bien surgieron algunos temas de gran actualidad política, fue difícil tocar y mucho menos profundizar en tópicos que no tienen la suerte de salir de una pequeña urna.
Ahora, hay que ir desde el principio a la frialdad del texto completo del Informe y sus anexos, para conocer el estado actual de cada una de las áreas de la actividad del país. En el caso de la ciencia, la tecnología y la innovación, el capítulo correspondiente presenta una visión que es en general optimista. Esta vez se decidió presentar los datos del gasto realizado en el periodo 2013-2016 comparándolos con los del primer trienio de los dos sexenios anteriores. Lo que se observa con ese criterio es una diferencia abismal, pues el gasto federal en los tres años pasados es superior en términos reales respecto de los gobiernos de Vicente Fox (77 por ciento más alto) y Felipe Calderón Hinojosa (46 por ciento).
Desde luego, cada vez se ve más difícil que se alcance la meta de uno por ciento del producto interno bruto (PIB), pues, pese al crecimiento del gasto gubernamental, el gasto en investigación y desarrollo experimental (GIDE), en el que se considera también la participación del sector privado, ha llegado sólo a 0.53 por ciento del PIB. Dado que el crecimiento del gasto del gobierno federal se ha reducido por efecto de la crisis económica (ya en tres ocasiones se han aplicado recortes), la única vía para acercarse a la meta parece ser el incremento en la participación del sector privado, pero, considerando que esta presencia tiene un crecimiento muy lento en nuestro país, es difícil pensar que en los próximos tres años pudiera haber un salto.
En el texto del Informe se estima que al finalizar 2016 la participación privada en el GIDE será de 20 y la del gobierno de 70 por ciento, lo que muestra que pese a los esfuerzos realizados para fomentar una mayor participación de este sector (las cuales se detallan en varias partes del informe), el modelo mexicano
que surge de la estructura del gasto, está muy lejos de parecerse al que tienen las economías industrializadas más exitosas en el planeta.
Además del tema del gasto, en el Informe se muestran los proyectos que han sido apoyados, entre ellos se pueden mencionar los que resultan de la asociación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) con diversos sectores y secretarías de Estado, por conducto de los fondos sectoriales. Entre estos destacan por su importancia presupuestaria los que se realizan con el sector educativo, con salud, con la Secretaría de Economía, para el fomento de la innovación en empresas; con la Secretaría de Marina y el sector agropecuario. Hay muchos otros aspectos importantes en el Informe y sus anexos que los interesados pueden encontrar en la página web de la Presidencia.
Creo que vale la pena resaltar que frente a los efectos adversos de la economía, una de las áreas más protegidas ha sido la de recursos humanos, pues se ha mantenido –e incluso han crecido– las becas de posgrado, tanto en México como el extranjero, así como el número de integrantes del Sistema Nacional de Investigadores, y las Cátedras para Jóvenes.
En el Informe podemos contar con información para saber lo que ha ocurrido en los primeros tres años de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, pero no sabemos lo que nos espera en el futuro inmediato. Si bien hay indicios en el Informe de que tendremos un presupuesto razonable para 2017, habrá que esperar la propuesta de presupuesto que la Secretaría de Hacienda entregará en muy pocos días a los diputados.