l señor David Cameron, primer ministro británico, se encuentra ya en Bruselas para reunirse con sus pares de la Unión Europea (UE). Es el encuentro para iniciar los trámites de un divorcio que se anuncia será largo y repleto de conflictos. Y si Cameron pensaba que podría contar con la simpatía de sus (ex)socios de la UE, que no se haga ilusiones.
Se inicia un proceso que por lo menos debe tomar dos años, comenzando con la activación del artículo 50 del Tratado de la Unión Europea sobre el retiro de un país de dicha unión. Las negociaciones tienen que ver con la multitud de tratados y arreglos actualmente en vigor y que deben ser revisados para definir el nuevo esquema de relaciones con la UE. Pero la señora Ángela Merkel ya marcó el derrotero el lunes con una fuerte declaración: no hay que engañarse sobre cómo serán las relaciones con la UE para un país que nos abandonó.
En realidad, sobre lo que sí no hay que hacerse ilusiones es en relación con los efectos sobre el capitalismo neoliberal. El castigo a las poblaciones del planeta seguirá mientras la gente no tome conciencia de quiénes son sus verdugos. Y si las izquierdas electorales no cumplen con su papel de educación política, pues el electorado seguirá pensando que las cosas van a mejorar si sólo se mantiene el mismo rumbo durante un poco más de tiempo. El resultado es que la guillotina del recorte fiscal y el látigo del castigo monetario se seguirán abatiendo sobre los pueblos del mundo. Y cada vez será necesaria más demagogia y más represión para mantener el orden
neoliberal, como se puede ver desde Francia hasta Oaxaca.
Muchas son las explicaciones sobre el voto en el referendo que decidió la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Y serán muchos los efectos del Brexit. Pero una cosa es certera y es muy importante no perderla de vista: el veredicto del escrutinio es un fracaso rotundo del neoliberalismo.
La campaña en favor de la salida de la Unión Europea se hizo alrededor de varios ejes de propaganda engañosa. El primero fue el fantasma de la migración descontrolada como uno de los factores que estaban robando empleos
. Aquí se manejaron mentiras que se cultivan en una composta de racismo y demagogia populista de derecha. Lo cierto es que el capitalismo inglés, bajo el régimen neoliberal impuesto desde la señora Thatcher, es el principal responsable de la crisis del capital en Inglaterra. Estancamiento, concentración del ingreso y un espectacular desequilibrio en las cuentas externas no son resultado del vínculo con la Unión Europea. Ese balance negativo es resultado directo del esquema neoliberal consolidado por Tony Blair y por David Cameron, un paquete de medidas de política económica que, entre otras cosas, condujo a la des-industrialización de la matriz productiva del Reino Unido.
El desequilibrio de las cuentas externas del Reino Unido se traduce en un saldo negativo en la balanza en cuenta corriente de la balanza de pagos equivalente a más de 7 por ciento del PIB. Y el Reino Unido debe financiar ese enorme déficit con flujos de capital del extranjero.
Para referencia, ese es el mismo nivel de saldo negativo en la cuenta corriente que tenía México cuando estalló la crisis de diciembre de 1994. Los medios de propaganda y los inútiles funcionarios del régimen presentaron la hecatombe como una crisis cambiaria. En realidad, era una crisis de todo el modelo neoliberal que ha sido incapaz de permitir crecimiento y que ha sido un castigo para el pueblo de México a lo largo de los años.
Hoy el dogmático ministro de finanzas de David Cameron, el señor George Osborne ya está haciendo un llamado para incrementar los impuestos y recortar el gasto. Según él eso es necesario para afrontar el shock del referendo. Vamos a demostrarle al mundo, dijo el funcionario, que el Reino Unido puede vivir sin exceder sus medios. En realidad es la misma receta del esquema neoliberal: mayor austeridad para que el capital financiero se sienta seguro y pueda seguir financiando el desastre de una economía rota y unas cuentas externas que van en picada. Lo que Osborne quiere evitar es que los flujos de capital se reviertan.
La incertidumbre ha llevado la libra esterlina a sufrir una fuerte devaluación, lo que algunos podrían pensar ayudaría a la competitividad externa del Reino Unido. Lo cierto es que ese efecto será reducido y temporal porque el déficit externo es estructural. Bienvenidos a la realidad: la única diferencia entre la Gran Bretaña y las repúblicas bananeras de las que antiguamente fue metrópoli es que Londres sigue siendo el principal centro del capital financiero del mundo.
Sí es cierto que el racismo y la demagogia jugaron un papel en el referendo, pero eso se produjo precisamente por el fracaso del capitalismo neoliberal. Brexit es la señal del naufragio de un esquema de acumulación que sólo puede mantener indicadores de mediocridad en su desempeño económico. A raíz de este referendo nadie podrá afirmar que el neoliberalismo y su globalización
permiten mejorar el nivel de vida de la población.
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