Por primera vez, el artista mexicano exhibe obra en España, en un recinto del Reina Sofía
Con El cohete y el abismo, instalación triple, reflexiona sobre las luces y sombras de la modernidad
El auge y la caída de la arquitectura y la ingeniería, que apostaron por grandes rascacielos, en ocasiones han terminado en espacios en ruinas, expresa a La Jornada
Martes 24 de mayo de 2016, p. 4
Madrid.
El artista Damián Ortega (CDMX, 1967) reflexiona sobre el espacio y la forma, la luz y su lenta e implacable transformación, las luces y las sombras de la modernidad.
El cohete y el abismo, el trabajo más reciente del también editor y constructor heterodoxo de figuras oníricas, se puede admirar en el Palacio de Cristal de Madrid, adscrito al Museo de Arte Reina Sofía, el mayor centro de arte contemporáneo de España.
La obra está integrada por tres instalaciones creadas ex profeso para ese espacio, en el que además de exponer con severidad las contradicciones y la megalomanía de nuestro tiempo, también se plasma lo armónico, singular y bello de un mundo en decadencia, pero en perpetuo movimiento y en sintonía con el cosmos.
Damián Ortega quizás es uno de los artistas mexicanos de mayor proyección internacional, precisamente por ese empeño permanente por construir espacios únicos en los que se crean nuevas formas para dar cuerpo a sus reflexiones sobre problemas y dilemas añejos.
Ha expuesto obra en París, Milán, Londres, Basilea, Sao Paulo y, por supuesto, en México, donde pasa la mayor parte del tiempo.
Por primera vez, Damián Ortega expone obra en España y lo hace en uno de los espacios más difíciles y atractivos para un artista en Madrid: el Palacio de Cristal, construido por la alta burguesía del siglo XIX, el cual fue rescatado recientemente después de un largo proceso de decadencia y abandono.
Es un edificio ubicado a la mitad del Parque del Retiro, con altas torres y toda la fachada de cristal. La luz entra por todas partes, lo que supuso para Ortega un apoyo, pero también un problema de difícil solución
, afirma en entrevista con La Jornada.
Durante dos años, cuando lo invitaron a exponer en ese espacio, Ortega estuvo dándole vueltas a la o las instalaciones que exponer en un espacio tan singular, que en ocasiones recibe la visita diaria de más de 20 mil personas. Finalmente optó por crear tres instalaciones distintas que además tienen fluida comunicación entre sí, al sostener en sus respectivos lenguajes un afirmación similar: el auge y la caída de la arquitectura y la ingeniería modernas, que en su día apostaron por un mundo de grandes rascacielos y aspiraciones megalómanas que en ocasiones han terminado en espacios en ruinas.
El mito de Sísifo
La primera pieza de Ortega, de esa instalación triple, es Torre Latinoamericana, reproducción del edificio del mismo nombre construido en la Ciudad de México; la pieza cuelga del punto más alto del Palacio de Cristal, pero de forma invertida y de una cuerda prácticamente invisible. Esa reproducción gira con la anarquía de un péndulo y de su punta más baja y a ras de suelo; suelta una especie de ceniza grisácea, con lo que, además de convertirse en especie de reloj de arena, también se transforma en un lápiz que crea y destruye formas.
Cuando la ceniza se agota, la idea es que se recoja de nuevo y se vuelva a introducir. Es parte del mito de Sísifo, cuyo castigo lo obligaba a empujar una gran piedra una y otra vez
, indica Ortega.
La segunda instalación se titula Monumento; en medio del recinto se muestra otra reproducción, ahora del crucero Titanic, hundiéndose de manera inexorable.
La tercera parte es Los pensamientos de Yamasaki, instalación que es resultado de la investigación desarrollada por el artista sobre el proyecto urbanístico Pruitt-Igoe, con imágenes, textos y objetos, muchos de ellos procedentes de mercadillos, aluden a la memoria de los que habitaron el complejo de edificios.
Para João Fernandes, comisario de la muestra, los proyectos presentados por Ortega son tres alegorías de la contradicción entre la visión humana y sus consecuencias en la realidad. Es una manera de cuestionar la realidad y analizarla. Son monumentos de una historia, de una sociedad obsesionada por la idea del progreso, del más a más, y él analiza esos procesos que a la vez son origen de su decadencia. Es como una trilogía de la visión de decadencia de una sociedad
.
La muestra de Damián Ortega concluirá el 2 de octubre.