l país necesita estar muy atento y dirigir la mirada hacia el IPN. Existen fuerzas políticas interesadas en desestabilizar y descarrilar el Congreso Nacional Politécnico (CNP), pactado de modo inédito entre el movimiento estudiantil de 2014, el más importante en la historia politécnica después del 68, y el gobierno federal. Es un congreso ganado para que los politécnicos definamos nuestro futuro para el siglo XXI.
Es sumamente delicado que, justo cuando están por comenzar las votaciones para que todas las escuelas y centros de investigación elijan a sus representantes ante la comisión organizadora del CNP, se susciten delicados procesos de desestabilización en el IPN y contra el CNP.
La SEP, que debiera ser la primera instancia comprometida en generar las mejores condiciones de estabilidad política para que los acuerdos firmados con el gobierno federal se cumplan, intervino desequilibrando al IPN.
El día de la celebración de su 80 aniversario el IPN amaneció, como se dijo en el Congreso de la Unión, siendo desconocido como una de las grandes instituciones educativas en la historia de México, al ser degradado a una especie de dirección escondida
por su reubicación como instancia dependiente de la Subsecretaría de Educación Superior. Además de degradar a la autoridad institucional del IPN y abrir formalmente la posibilidad del control directo por la SEP de sus recursos financieros, ese cambio mostró lo que podría ser la plataforma para el desmembramiento histórico del IPN. En la medida en que el IPN tiene nivel medio superior, posgrado, centros de investigación, Cofaa, POI y Canal 11, esa reubicación administrativamente era improcedente. Pero así se bosquejó que posteriormente sus demás niveles podrían desprendérsele. A partir de un cambio aparentemente sólo de su organigrama, la SEP introdujo una situación que llevaría a transgredir la Ley Orgánica del IPN sin tener que cambiarla. Cuando ésta sólo puede ser reformada por el Congreso de la Unión.
La gravedad de este impacto histórico propició respuesta inmediata. Al menos 7 mil politécnicos se manifestaron ante la SEP el 14 de abril para demandar la abrogación del Diario Oficial de la Federación del 6 de abril, donde se introdujo el riesgo del desmembramiento inédito del IPN. Pero a la SEP le pareció que no tiene que atender a los politécnicos. Ningún funcionario salió a recibir las demandas.
Viendo que se había generado un grave problema político con potencial efecto de arrastre para el movimiento estudiantil nacional, la SEP metió reversa. Pero en política la forma es contenido. Remplazó lo que debió ser una abrogación por una presunta aclaración que regresó el IPN a la oficina del secretario de Educación Pública. El instituto, efectivamente, retornó a su estatus anterior, pero la SEP puso en evidencia la gravedad del impacto histórico regresivo que podría recibir el IPN. No es para nada irrelevante que hayan sido las vocacionales las que salieran a defenderse con mayor fuerza de este intento.
El espacio político óptimo para superar este riesgo es, sin la menor duda, el CNP. Un congreso nacional constituye una de las máximas metas a que pueden aspirar paros o huelgas en instituciones educativas. Ese congreso ya está ganado por el movimiento estudiantil de 2014 y la Asamblea General Politécnica (AGP). Hay que aprovechar su fructífero potencial. Es donde los politécnicos podremos discutir si diseñamos una nueva ley orgánica para proteger definitivamente al IPN de todo riesgo. Es decisivo no permitir que se bloquee y desestabilice el proceso, actualmente en curso, de elección de representantes ante la comisión organizadora del CNP.
No es casual que en medio de esta situación, poniendo a la luz su abierto rechazo a la democratización del instituto, el SNTE publicara un desplegado para intentar descarrilar al CNP y desconocer a la AGP. Le parece que el CNP –victoria histórica de uno de los movimientos estudiantiles más relevantes en la historia del IPN– puede, sin más, ser desconocido. Justo cuando todas las escuelas y centros de investigación tendrán representantes, cuando los estudiantes de todas las generaciones son candidatos factibles, cuando los profesores de asignatura (no sólo los de tiempo completo) y todos los trabajadores administrativos pueden tener representantes propios, libremente elegidos, al SNTE le parece que el CNP es un congreso a modo para unos cuantos.
El SNTE busca desestabilizar al CNP, porque intenta remplazar la trayectoria que lleva al CNP por otra de cambio de director general del IPN para negociar la protección de sus intereses corporativos. Por eso busca que se desconozcan los acuerdos legales firmados ante notario público por el gobierno federal con la AGP. Es completamente improcedente que sin previa realización del CNP se pretendiera nombrar un nuevo director general, porque lo que se estaría pasando por alto es una de las principales demandas históricas del movimiento politécnico de 2014: votaciones para elegir director general del IPN.
El movimiento estudiantil politécnico, el movimiento estudiantil nacional y el país deberán estar atentos.
* Profesor de la ESCA Tepepan