ás que en el basurero de Cocula y su ya de por sí improbable combustión de 43 cuerpos, el sostén presuntamente confirmativo de la gubernamental verdad histórica había estado en el río San Juan, específicamente en el hallazgo de una bolsa de plástico con restos óseos, entre los cuales habría sido encontrado uno que posteriormente fue confirmado mediante métodos científicos como perteneciente a Alexander Mora Venancio (uno de los 43, que en realidad son 42 desde aquel 29 de octubre de 2014; serían 41 si se fortaleciera lo que hasta ahora es una evidencia moderada referente a Jhosivani Guerrero de la Cruz).

En ese solitario hueso ha descansado la construcción gubernamental de un mal intento de verdad jurídica que postularía Murillo Karam dos meses después de los sucesos del río San Juan: los estudiantes habrían sido incinerados en el basurero de Cocula y los restos habrían sido llevados a un río próximo para que el fluir de las aguas desapareciera toda evidencia. La sostenida incredulidad ciudadana respecto de ese guión habría sido conjurada, al menos en lo inmediato y con buen apoyo mediático, a través del descubrimiento gubernamental de una de las ocho bolsas con restos óseos que se habrían llevado al San Juan y, posteriormente, con la validación desde Innsbruck respecto de la relación genética con uno de los 43, el citado Mora Venancio. La derivación lógica que se buscaba sustentar con tales hechos era clara: el hallazgo del hueso de uno de los normalistas en ese río confirmaría la veracidad del relato del basurero de Cocula y daría cuando menos una muestra de que los hechos podían haber sido como en los expedientes habían sido anotados.

Como en el Jenga (ese juego con piezas de madera que forman una especie de torre a la cual se le retiran los componentes de uno en uno hasta que se derrumba), el retiro del pequeño bloque de credibilidad que se había fabricado la administración federal ha hecho que se despeñe la construcción entera. El jugador que hizo el mal movimiento fue Tomás Zerón de Lucio, que es una manera de decir Jesús Murillo Karam, pero el perdedor final es Enrique Peña Nieto. Si el hallazgo de la bolsa y del hueso del estudiante está bajo muy fundada sospecha de haber sido mediante una siembra realizada por el director de la Agencia de Investigación Criminal, de la Procuraduría General de la República, entonces se cae toda la verdad histórica postulada por el régimen y se añaden fuertes preguntas al catálogo de inconsistencias y manipulaciones de los expedientes del caso, pues ahora será necesario saber cómo es que el alto funcionario Zerón, es decir, Murillo, tuvo bajo su control el único hueso probatorio: ¿de dónde lo sacó?, ¿hay más? Y, por tanto, ¿el control de los hechos de aquella noche y madrugada, las desapariciones en sí, las trabas y las manipulaciones en el proceso, el invento de la verdad histórica han tenido siempre el mismo centro de mando?

Las fuertes implicaciones del anómalo paseo campestre que realizó Zerón-Murillo (Z-M) con un inculpado, Agustín García Reyes, El Cheje o El Chereje, un día antes de que fueran encontradas dos bolsas de plástico y en una de ellas el hueso del joven Venancio, podrían y deberían tumbar varias torres. Z-M hizo cosas malas que parecen peores: llevó al lugar de los hechos, que habrían de descubrirse al día siguiente, a uno de los inculpados, a quien en horas previas le habían causado cuando menos una treintena de lesiones consignadas en parte médico y, habiendo estado justamente en el lugar de los hallazgos por venir, evitó dejar constancia alguna de esa especie de diligencia preparatoria informal, como si tal visita requiriera ser ocultada formalmente.

Tal movimiento en el Jenga San Juan no fue reconocido por Z-M hasta que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes lo reveló en su último informe de actividades. Z-M no sólo fue pillado en una jugada que tira el armado de un expediente lleno de evidencias de voluntad gubernamental de encubrimientos, sino que luego quiso defenderse mediante la tosca utilización de medios de comunicación y representantes de la ONU y del Equipo Argentino de Antropología Forense, entidades éstas que han hecho firmes desmentidos y extrañamientos por la conducta del mencionado Zerón.

La torre argumentativa ya cayó. Las 605 páginas del segundo informe del GIEI sobre Ayotzinapa constituyen una confirmación de las pifias y maquinaciones combinadas que ha realizado la clase gobernante para impedir que se conozca la verdad de lo sucedido en Iguala. Si lo del río San Juan fue fabricado, también lo fueron el basurero de Cocula y la verdad histórica en conjunto. Zerón debería caer de su cargo, mas no sólo eso: él, y el fabulador general, Jesús Murillo Karam, deberían ser consignados judicialmente. Pero la torre, el Jenga de San Juan, no se detiene allí. En realidad, el mal juego criminal practicado en esta historia alcanza a todas las piezas, incluso la colocada en lo más alto de esa elaboración tan precaria desde el inicio.

Astillas

Desde el Zócalo capitalino, manifestantes por el Día del Trabajo, con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) como integrante destacado, convocaron a un paro nacional, a realizarse el próximo 15. A pesar de la grave situación que vive el país, no se ha logrado la vertebración de un gran movimiento social de resistencia y protesta…Enrique Peña Nieto encabezó una celebración laboral en privado. En Los Pinos, tuvo como invitados especiales al petrolero Carlos Romero Deschamps, al ferrocarrilero Víctor Flores y al cetemista Carlos Aceves del Olmo. Uf… Se le juntaron los problemas al panista Francisco Domínguez, gobernador de Querétaro, y tuvo que abandonar el templete desde el que observaba el paso del desfile del Día del Trabajo, ante las protestas, entre las que destacaban las de profesores contra la reforma educativa... En Guerrero, donde las autoridades culpan a las redes sociales por el desasosiego colectivo, más de 20 centros de salud están cerrados a causa de amenazas de grupos delictivos… ¡Hasta mañana!

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