Estos niños sólo requieren herramientas para potenciar sus capacidades: experto
Muchos son diagnosticados con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, añade
Lunes 28 de marzo de 2016, p. 38
Un ingeniero de la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio (Nasa, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos: eso quiere ser Joshua Emiliano Garduño Huerta cuando sea grande. Dice que encontrará nuevos planetas. Tiene sólo siete años, pero prácticamente desde el inicio de su vida dio muestras de inteligencia superior. Empezó a caminar a los nueve meses de edad y poco tiempo después empezó a hablar. Tenía tres años cuando pidió aprender a tocar el violín y a los cuatro su abuelo le enseñó a jugar ajedrez. El pasado fin de semana se convirtió en el campeón de esta disciplina en la Ciudad de México, en la categoría sub-8.
Joshua es un niño sobredotado. Su coeficiente intelectual es de 136 (la calificación estándar es 100), de acuerdo con el diagnóstico que le hicieron en el Centro de Atención al Talento (Cedat). Como la mayoría de los pequeños como él, carece del apoyo educativo para aprovechar al máximo sus habilidades intelectuales.
Carencia de estrategias
La Ley General de Educación reconoce la existencia de niños como Joshua. Los identifica como personas con aptitudes sobresalientes
, pero carece de estrategias para motivarlos y potenciar sus capacidades. Asdrúbal Almazán, director del Cedat, reconoce los esfuerzos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), pero es difícil, señala, porque requiere el compromiso de los maestros, y cuando los grupos regulares son de 40 alumnos, la tarea se complica.
Niños como Joshua requieren atención especial porque aprenden y terminan sus tareas con más rapidez que sus compañeros, hacen preguntas constantemente y se mueven mucho para evitar el aburrimiento.
La incomprensión hacia estos menores llega a tal grado que se les diagnostica con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y se les administran medicamentos para controlarlo, cuando lo único que necesitan es atención y que les pongan tareas adicionales o más complejas, señala Almazán.
Este médico de profesión es papá de Andrew, quien a los 15 años obtuvo la licenciatura en sicología. También hizo la carrera de medicina. Habla cinco idiomas y ahora con 21 años está por terminar un doctorado en Boston.
Andrew llevó a sus papás a crear el Cedat, que desde 2010 ha realizado el diagnóstico de 2 mil niños sobredotados. Con esa experiencia, Asdrúbal Almazán asegura que estos pequeños sólo requieren que se les proporcionen las herramientas para potenciar sus capacidades.
Al Cedat asisten pequeños a clases extracurriculares de tecnología, ingeniería espacial, química, historia y temas diversos. También pueden tomar clases de inglés, francés o chino mandarín.
La idea, dice el experto, es que al llegar al bachillerato puedan adelantarse y, como hicieron Andrew y otros dos chicos del Cedat, concluir su educación media superior en unos cuantos meses y de inmediato ingresar a la universidad.
Claro, puntualiza Almazán, parece fácil, pero se deben tener en cuenta problemas como la convivencia de estos niños con estudiantes mayores. La diferencia de edades es un riesgo que Andrew evitó porque sus papás lograron el apoyo de una universidad privada, cuyos profesores e investigadores le dieron clases individuales.
Andrew ha sido un caso excepcional, porque a la mayoría de los niños sobredotados no se les identifica nunca y, de acuerdo con el director del Cedat, el riesgo es que abandonen la escuela e inicien negocios propios, o que por falta de motivación se retraigan sus capacidades. También puede ser que la avidez por conocer los lleve a adicciones y conductas antisociales.
La probabilidad de que estos talentos se pierdan es alta, aseguró el especialista. Estadísticas internacionales señalan que 3 por ciento de los niños son sobredotados. Uno de ellos es Joshua Emiliano y ya le tocó enfrentar las carencias institucionales, pues tuvo que cambiar de escuela porque su maestra de tercer grado en la primaria Profesor Guillermo Sherwell encabezó las hostilidades contra el niño que la cuestionaba, le preguntaba y siempre quería participar en clase.
Aunque su mamá, Alejandra Huerta, presentó quejas a la directora y la supervisión, nada se pudo hacer para que el ambiente escolar mejorara. La solución fue cambiarlo de plantel, donde ahora el niño dice estar a gusto. Sus compañeros lo aceptan, aunque es un año menor que ellos. Debido a su capacidad intelectual, la SEP autorizó que adelantara un grado y de primero pasó a tercero de primaria.
El director del Cedat señala que los papás de niños sobredotados deben comprometerse con sus hijos, sobre todo cuando los recursos económicos son escasos. El Cedat es una institución privada y sus cursos tienen un costo, pero otra alternativa es llevar a los niños a los museos, comprarles libros y una computadora para que resuelvan sus dudas. Es un buen uso que puede darse a Internet, concluyó.