Opinión
Ver día anteriorJueves 10 de marzo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

La Ciudad de México, cereza del país

Aspirantes y suspirantes

De partidos y gobierno

Y

a entrados en gastos, todos los que quieren ir por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México afilan las uñas. Son muchos los aspirantes, muy pocos los que trabajan para ello y menos los que se la merecen.

Sin duda eso lo saben todos. La Ciudad de México es, muy seguramente, la plaza política más difícil de todo el país. Su composición geográfica, sus diferencias económicas cada vez más marcadas y su experiencia política le dan un nivel que no tienen otras ciudades de la República, y además su confesa, pero para muchos aparente, vocación por la izquierda, la convierten en una entidad muy deseada políticamente hablando.

Pese a todas sus mañas, el PRI no parece figurar entre las posibilidades de gobierno –la Ciudad de México es abiertamente antipriísta– y la idea de que Rosario Robles pudiera llegar a la candidatura por ese partido, además de asegurar un fracaso –aún pesa la alianza de la señora Robles con el delincuente Carlos Ahumada–, abriría las puertas para que Alejandro Encinas se bajara de la hamaca y levantara el dedo para decir que sí, que él también quiere, lo cual destrozaría a la ahora priísta.

Para el PAN la cosa es diferente. Jorge Romero se enfrenta a Xóchitl Gálvez. Ninguno de los dos tiene posibilidades reales, cosa que sabe a ciencia y conciencia Ricardo Anaya, que con cara de vendedor de quesos de Chihuahua andaría, si las cosas no le van muy bien, en pos de la jefatura de Gobierno.

En Acción Nacional suponen que el pleito entre las izquierdas les va a permitir un ascenso en las votaciones, aunque, para los expertos, en el DF la derecha tiene simpatizantes, pero no llega a significar una fuerza electoral que pudiera convertirse en gobierno, y lo peor: si ese partido lleva a Margarita Zavala, la esposa de Felipe Calderón –el hombre que más muertos ha causado a México en los tiempos recientes–, las distancias con el electorado será aún más grandes.

En Morena el asunto no es menor: Martí Batres ha trabajado sin denuedo por la candidatura, pero en ese afán ha construido un muro de enemigos difíciles de pasar. Claudia Sheinbaum tiene todo para llegar como candidata, pero es poco conocida en los rincones de la ciudad. Su gobierno en Tlalpan va a demostrar qué tanto puede escalar en lo que falta. También pretende llegar Ricardo Monreal, muy barato como para alcanzar alguna posibilidad real, aunque lo impusieran como candidato. No por nada se dice que es el primer chucho de Morena.

En el PRD saben que es muy posible que se pierda la mayor parte de la ciudad a manos de Morena, pero tienen certeza de que cuando menos esta vez la jefatura de Gobierno seguirá en sus manos. A la cabeza de los que quieren está Alejandra Barrales; es la de más experiencia política del gabinete de Miguel Ángel Mancera, pero, como en el caso de Batres en Morena, tiene el saco lleno de negativos que se han juntado a lo largo de su carrera.

También se apunta Salomón Chertorivsky, el mejor producto de la nada política, pero servidor fiel de la doctrina de Carlos Salinas de Gortari; y luego una serie de políticos pequeños que buscan dar el campanazo, entre ellos el jefe delegacional de Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo. Y luego, sin tacha pero sin experiencia, José Ramón Amieva, titular de la Secretaría de Desarrollo Social en la capital, que sólo por estar en ese cargo es candidato, digamos, natural.

Amieva puede dar la sorpresa, pero deberá trabajar sin descanso y sin desvíos si quiere cumplir con la obvia intención de Miguel Ángel Mancera, quien lo impuso en la más bondadosa de todas la dependencias de su gobierno con una sola intención, nada más.

Y que a nadie se le olvide Rosa Icela Rodríguez, que casi sin partido brilla con luz propia.

De pasadita

¿Se acuerdan del Yunque, esa organización de extrema derecha ligada a Vicente Fox y a Felipe Calderón? Bueno, pues ese grupo ataca de nuevo y tiene como su mejor exponente a José Antonio Ortega Sánchez, un abogado que acusa por todas partes al grupo interdisciplinario de expertos independientes que investiga el caso Ayotzinapa con un solo fin: infiltrar al Ejército Mexicano de las intenciones del Yunque. ¡Aguas!