Opinión
Ver día anteriorMartes 1º de marzo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Prepotencia de influyentes

La policía, rebasada

Lo que busca Arne

D

e los muchos flagelos que padece esta ciudad, uno de los más graves es el de los guaruras que dependen de las nóminas de funcionarios y hombres con miedo que los contratan para resguardar su seguridad. Ellos, los guaruras, sabedores de que sus patrones son gente con influencias o algo más, con dinero, con mucho dinero, cometen cualquier arbitrariedad –de las legales y las ilegales– para que sus jefes se sientan seguros o cuando menos que en el lugar al que lleguen se sienta su presencia.

Y dan miedo. Usan sistemas de comunicación del tipo agente 007, no visten uniforme pero llevan unos trajes oscuros que los delatan; lentes también oscuros y dejan ver, a quien se atreva a echarles una mirada, las muy modernas armas que portan. No pagan parquímetros ni respetan los altos ni a los peatones. Su mejor maniobra –después de atemorizar a la gente– es treparse a las banquetas y obstruir el paso de vehículos o peatones, siempre escudados en el poder de sus patrones.

A esos tipos, pero principalmente a sus patrones, habría que hacerles entender que su poder no puede ni debe estar por encima de la ley, pero la tarea resulta difícil cuando poco a poco las calles de la ciudad se han convertido en un caos. Los camiones de la basura o repartidores de cervezas o refrescos ocupan los carriles que requieren, los guaruras las banquetas, los ciclistas los camellones, sin que exista autoridad que les impida la arbitrariedad. Como se ve, de nada o de poco sirve la policía que jefatura Hiram Almeida Estrada.

Así, el total vacío de autoridad en las calles ha hecho que la gente trate de ejercer venganza por mano propia: si alguien está mal estacionado en lugares donde no hay parquímetro, rayan el vehículo o pinchan las llantas; los reclamos muy violentos a los repartidores de mercancías –bebidas, principalmente– y las mentadas de madre a los recolectores de basura cada vez son más fuertes; el desacuerdo con los ciclistas que no respetan las reglas de tránsito han creado grupos de opinión contrarios a ellos que también van en aumento, y por si fuera poco, ahora Arne aus den Ruthen Haag y Periscope.

Como buen panista, el funcionario de la delegación Miguel Hidalgo buscó y logró crear escándalo; es lo que mejor le sale. Y es la forma en la que busca volver a la jefatura de la delegación. Desde luego, cuenta con la desmemoria de los habitantes de la demarcación, que tendrían que olvidarse, por ejemplo, de los 2.5 millones de pesos de los impuestos que se gastó tratando de crear un grupo de represión que sirviera a sus más caros sueños de dictador.

Poco le duró el gusto al que fue delegado allá a principios del milenio. Arne gastó el dinero, de aquellos tiempos, en adiestrar y comprar equipo para 50 policías auxiliares que formarían su pequeño ejército de represores invencibles, a los que llamó Robocops.

El grupo debutó el 25 de noviembre de 2002 en la explanada de la estación Tacuba del Metro. El Cuerpo de Alta Seguridad –nombre oficial– trató de desalojar a los vendedores ambulantes que tenían invadido el lugar. No hubo acuerdo con los vendedores; se armó una trifulca que dejó 10 heridos, un tanto igual de intoxicados con gas lacrimógeno y 17 detenidos. Los ambulantes no se retiraron.

El entonces delegado trató de vender, públicamente, que la represión se debía al desorden de los vendedores, pero se supo que la intención del delegado era crear un cinturón de seguridad para que algunas máquinas ingresaran al lugar y se iniciara la excavación de lo que sería una plaza comercial subterránea.

El fracaso fue rotundo, y luego Aus den Ruthen Haag deshizo el cuerpo de élite, porque el mando de la policía auxiliar le aumentó el cobro del servicio, pero nunca más, ni aun con el servicio de policías privados, como los que ahora trata de exhibir, que contrató, pudo volver a su proyecto, y ahora quiere regresar a la jefatura delegacional, tal vez para darse una segunda oportunidad.

De pasadita

Aunque parezca imposible salvar las condiciones que se les han impuesto, los candidatos independientes que quieren formar parte del legislador constituyente aumentan día con día, y muchos van encontrando la forma de cumplir con los requisitos. El final va a estar bueno.