l libro Morada interior, de Angelina Muñiz-Huberman (Editorial Joaquín Mortiz, 1972), se redita a principios de este año. Oración abre camino en selva misteriosa, palpitante de ruidos que esconden rumores antiguos, fingen melodiosa escritura, incitan emociones corporales que no conocen frenos ni límites, al estilo de la Teresa que se descubre Angelina.
Novela que es fusión provocadora de intensas fantasías entrelazadas a huellas mnémicas que hablan del desamparo original. Lamentos de intranquilo asociar, deseos que generan representaciones. Origen que es no origen busca, de la identidad que pugna por salir: judía, española, francesa, mexicana, malinalca.
Máscara religiosa que no es religiosa es máscara de otras máscaras. Repeticiones que quiebran la cárcel que las aprisiona. Lugar de nadie, inasible e ingobernable, habitación siniestra dolorosa y traumatizante. Vehículo de lo insatisfecho del deseo, movilizador de sensaciones que se tornan rezos angelinos. Arritmia
incontrolable.
Ritmo facilitador del camino en selva virgen misteriosa, inexpugnable, sin principio ni fin. Canto de aves bajo los pechos, triángulo, madera, lecho amatorio, arrullos en invisibles laberintos. Enredadera de amores infantiles prohibidos: oprimo; pisadas de caballos, confesor… nuevos amores desplazados a eróticos poemas.
Cadena de escondites en que se desliza la autora persiguiendo terroríficas historias (memorias) que circulan en el viento neuronal
. Nubes del no ser. Tupida techumbre paso a la vida muerte. Nueva máscara de la irrepresentable libertad.
Cautiverio en el alma, quietud que presiente, túnel misterioso, calmada, sombra de silueta simbiótica proyectada en libertad
salvaje. Libido que rompe armonía al revelarse “‘ella” en perpetua orgía. Al fin, agonía, calca de otra agonía, sorprendida en fiebres, dolores delirantes que llevan a entregarse a guerras civiles, perversiones, venciendo pudores y convencionalismos en caverna húmeda y azucarada. Prisionera dentro y fuera sin fin, ramas de follaje, guardianas de la caverna. Ardorosa infiltradora de ternura en canto melancólico que rima con natura.
Orgía de la memoria que se desliza en silencio arrullador que converge en deseo angustiante de reunión. Brillo en la oscuridad, haz de tejidos de recuerdos, experiencias, vivencias, emociones. Espera de articulación de deseos y representaciones, no por insatisfechos, menos deseados. Indefinida trama de deseos, anticipo de encuentros, escritura antigua, revelación que aparece y vuelve a desaparecer, dejando huellas: huella de otras huellas que ya estaban desde antes de ya. Oración misteriosa, cárcel, dentro fuera, profunda que dora el sol, cristaliza agua, frena viento, inmoviliza llama, transforma el fuego en cálida relación simbiótica con Él
.