Espera calificar en los 400, 800 metros o en el maratón paralímpico
El director de Indeporte, Horacio de la Vega, la apoyará para cumplir su meta
Viernes 26 de febrero de 2016, p. a15
La historia de Alicia Ibarra Barajas no es en nada diferente a las que contaban los competidores en silla de ruedas hace años, ya que sin el apoyo de las instituciones deportivas se endeudó para competir en el Maratón de Los Ángeles hace un par de semanas, el cual conquistó con un registro de 2:15.56 horas y, además de ganar la medalla de oro, se hizo acreedora a un premio de cuatro cifras en dólares.
En el estadio Jesús Martínez Palillo de esta capital, donde a diario entrena en dos sesiones, la capitalina habla emocionada de su logro: Nunca imaginé que ganar (en Los Ángeles) me diera tan buenos dividendos. Conquisté el Maratón, pero también obtuve tranquilidad y me di cuenta de que hay gente buena, dispuesta a tenderte la mano cuando otros no lo hacen
. También ganó un patrocinador.
Sobre la silla de ruedas que se ha convertido en una extensión de su cuerpo, la profesora de inglés sonríe al recordar que desde apenas unos años regresó a las pistas –con ambas piernas amputadas por un cáncer que sufrió desde los dos años de edad–, cuando tomó la decisión que le ha dado fuerza para librar cualquier obstáculo y adversidades, que no han sido pocas.
Fue en 2011 cuando comenzó a usar la silla y aprovechó las enseñanzas de cuando era una corredora convencional. En su mente empezó a formarse la idea de representar a su país en un certamen de excelencia para dar la mejor educación a su hijo Elioth Nicolás (17 años) y pagarse sus gastos dio el primer paso hacia un mejor futuro.
La oportunidad del inglés
Fui a una academia de inglés y como no tenía dinero para la colegiatura le pedí al director que me diera oportunidad de hacer el aseo y así le pagaba
, narra mientras su mirada se ilumina al recordar que aceptaron su propuesta.
Al año y medio seguía trabajando en el mismo lugar, pero como profesora, ya que aprendió muy rápido.
Aunque su pretensión al estudiar inglés era tener un sueldo para los gastos del día, pronto se percató de que este idioma le abrió muchas puertas y es su mejor aliado, ya que años atrás, en un maratón en Estados Unidos, se le cayó el chip y de inmediato dio aviso a los jueces para que lo consideraran y no fuera descalificada.
Al dominar uno de los idiomas oficiales del área deportiva ha podido entablar pláticas y relaciones con los organizadores de diferentes partes del mundo, de allí que pese a no haber tenido apoyos ni de la federación respectiva ni de otras autoridades del ramo, ha podido competir en varias pruebas.
Con alegría, recuerda que en el kilómetro 35 del Maratón de Los Ángeles le empezó a doler el cuerpo. Su silla, con las llantas muy gastadas y varias veces arregladas, se le hacía cada vez más pesada, sentía lento su avance. Los brazos y sus muñones de piernas, acalambrados, apenas la podían mantener en su lugar.
Fue cuando me dije que no podía dejarme caer. Pensé en mi hijo, en que debo ser un ejemplo para él. En mi gente, en quienes me prestaron (dinero) para poder competir
.
Estaba agobiada, deshidratada –no acostumbra tomar nada durante las competencias–, pero la fortaleza mental le dio el impulso necesario no sólo para cruzar la meta, sino para hacerlo antes que nadie en su rama.
Lamenta que en la federación de su deporte no la hayan querido apoyar en otras oportunidades porque exigen marcas por encima de las que piden las organizaciones mundiales, pero aún así nada la detiene. Con los cronometrajes alcanzados habría podido ganar competencias nacionales o internacionales, pero al no lograr los registros requeridos sólo se decepciona.
En los anteriores Juegos Parapanamericanos de Toronto no dio la marca y cayó en una profunda depresión. Estuve a punto de mandar a volar todo. Ya no quería saber nada
, dijo, pero de nueva cuenta el amor de su hijo la sacó adelante y renovó su deseo de estar en Río 2016.
Narra que ganar en Los Ángeles cambió su vida radicalmente, porque ahora el titular del Indeporte de la Ciudad de México, Horacio de la Vega, se comprometió a apoyarla en su plan de trabajo para cumplir su meta: subir al podio. No sabe si en 400, 800 metros o en el maratón, pero “de que representaré a mi país –dice fuerte, con orgullo– lo voy a hacer”.
Por ahora, dedicada sólo a entrenar en doble sesión de trabajo en la pista del estadio Palillo, busca prepararse para dar la marca exigida (1:49 horas) en el Maratón de Londres o Boston de abril próximo, por lo que debe mejorar en casi cinco minutos su mejor tiempo, pero lo puedo lograr porque no estoy aquí para jugar, sino para alcanzar objetivos, como siempre ha sido mi vida
.
Lectora de libros de superación personal, con un gusto especial por los chiles rellenos y las películas de acción, Aly, como le dicen en casa o la Ticher, como le llaman en la escuela, quiere triunfar porque puede pasar todo lo que sea, pero no voy a decepcionar a nadie y menos a mi hijo. De que lo logro, lo hago, porque así soy de perseverante
.