Era el clásico y lo perdían. Por eso cuando Tomás Boy vio que Cruz Azul acortaba la distancia frente al América celebró como hace un fan apasionado. El entrenador celeste tiró con los puños una descarga de ganchos y un upper al aire. La celebración terminó en mentadas, una amenaza de bronca con jugadores de las Águilas y la expulsión del entrenador, quien ya no pudo ver el empate 3-3 casi al terminar el partido el pasado sábado.

Después la Comisión Disciplinaria decidió suspender a Boy con un par de partidos por festejar los goles con actitudes groseras, como ademanes o burlas, o francamente antideportivas.

Para la directiva de La Máquina las contorsiones de Boy no fueron ninguna provocación, según dijo ayer el director deportivo del equipo, Eduardo de la Torre.

Pese al castigo, en el club cementero no se preocupan por los estallidos eufóricos del Jefe, pues asegura que los conocen bien: Los puede canalizar y confiamos que lo hará. En Cruz Azul no pedimos a nadie que cambie su esencia, aseguró.

Por lo demás, quieren olvidar pronto el episodio, que no consideran ni escandaloso ni exagerado. Para Yayo, el castigo es razonable, pues está aplicado dentro de lo que ordena el reglamento.

Quizás lo único que se salió de proporción para el directivo es lo que tardó toda la escena de la expulsión, incluido el altercado del entrenador celeste con la banca del América.

La interpretación de la comisión no la conozco. Es un juicio de valor y hay quien vio en un gesto un acto de provocación. Nos afecta que Boy no esté en la banca. Pero tampoco será determinante, dijo De la Torre.

El episodio también arrastró a Gerardo Torrado, a quien la comisión suspendió un partido por emplear lenguaje oral o corporal ofensivo, grosero u obsceno y/o gestos de la misma naturaleza.