n un informe del Centro de Estudios del Sector Privado (Ceesp) dado a conocer ayer se afirma que entre enero y septiembre del año pasado el servicio de la deuda externa costó al país 16 mil 314 millones de dólares, lo que equivale a casi 2 por ciento del producto interno bruto (PIB) y representa el mayor monto para el mismo lapso desde 1995
, año en el que el gobierno mexicano se vio obligado a pedir créditos urgentes al extranjero por un monto de casi 50 mil millones de dólares. Ante fuentes de recursos internos débiles, la solución ha sido un mayor déficit de las finanzas públicas en los años recientes, lo que ha propiciado un aumento en la deuda pública interna y externa, lo que en ambos casos se refleja en el aumento del pago de intereses al exterior
, señala el documento, en el que se menciona además una cifra récord para el déficit de la cuenta corriente de 2.9 por ciento del PIB, el porcentaje más alto para el mismo periodo desde 1988.
La víspera la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) registró en un reporte mensual que la deuda pública total (interna y externa) alcanzó el nivel más alto de su historia: 5 billones 217 mil 839 millones de pesos y 150 mil 295 millones de dólares, respectivamente; tales cifras implican que ambas deudas se han incrementado 46.2 y 30.1 por ciento, respectivamente. Es pertinente señalar que los números del Banco Mundial indican que la deuda externa acumulada total del país, la octava en el mundo por su volumen, pasó de 348 mil 945 millones de dólares a 432 mil 602 millones en los primeros dos años del actual gobierno.
La semana pasada el titular de la SHCP, Luis Videgaray, sostuvo en una comparecencia senatorial que México tiene un bajo nivel de endeudamiento y cuenta con una línea de crédito flexible del Fondo Monetario Internacional por 65 mil millones de dólares para casos de crisis de liquidez, y se refirió a las buenas calificaciones de la deuda nacional en los mercados internacionales.
Ciertamente, si se toma en cuenta la relación entre la deuda y el PIB, el país se encuentra muy alejado de la zona de desastre en la que han caído países europeos, como Grecia y España, e incluso en una situación más favorable que la de Estados Unidos. Pero no por ello debiera dejar de extremarse la prudencia en la contratación de más deuda pública, y evitar llevar el endeudamiento del país a niveles que en una situación económica adversa y por definición imprevisible pudieran hacer imposible el rembolso del dinero recibido.
Por otra parte, es recomendable tener en mente que los créditos contratados por el sector público mexicano no son meros índices económicos abstractos, sino reflejan una carga concreta para las finanzas públicas, para los causantes y la población en general.
El pago de intereses de la deuda pública, de acuerdo con la cifra mencionada al principio, significa una erogación mensual promedio de más de mil 600 millones de dólares, lo que equivale a casi 360 mil millones de pesos anuales que provienen en buena medida de los impuestos que pagan los ciudadanos y que el Estado podría destinar, en otras circunstancias, a gasto social, a infraestructura y a inversiones para generar empleos.
No debiera olvidarse, por último, el hecho de que, independientemente de sus montos, la deuda contraída hoy constituye una carga impuesta en forma injusta y abusiva a las generaciones de mañana, que son las que tarde o temprano tendrán que pagarla.