Ismael Sosa aprovecha descuidos defensivos de los escarlatas para anotar dos tantos
Un gol de Triverio en la recta final motivó a los Diablos Rojos y apretaron en los últimos minutos
Lunes 18 de enero de 2016, p. 5
En pocos minutos Ismael Sosa resumió lo que haría el resto del partido. El acoso intermitente con el entusiasmo que inspira un nuevo torneo. Llegadas peligrosas en sólo cinco minutos del inicio, aunque con más ímpetu que precisión, que al final culminaron con un par de goles del argentino, con los cuales Pumas venció 3-2 a un Toluca que a pesar de cierta fragilidad defensiva nunca dejó de tirar al frente.
Fue el regreso a Ciudad Universitaria del subcampeón, después de perder una final memorable ante Tigres, con todo lo que promete una nueva campaña. Sin especulaciones ni reticencias, porque no se guardaron nada, aunque apenas se cumple la segunda jornada del campeonato. Muchos goles y juego sin desperdicio.
El sol a plomo y la tarde calurosa que tanto pesan a los visitantes reforzaron la intención de los auriazules por imponer su autoridad al volver a casa. Se trató de un duelo de fuerzas contrarias que tardó más de media hora en reflejarse en el marcador, con jugadas dinámicas de ambas escuadras, pero fallaron en los remates y fogonazos, pues les faltó calma para ajustar la puntería.
Mientras los equipos se acomodaban en los primeros minutos, Sosa ya había pisado en dos ocasiones el área de los Diablos Rojos. Los defensas habían colaborado con alguna condescendencia, demasiado laxos para frenar a un delantero tan insolente que los metió en aprietos con facilidad.
Pero el Toluca no flaqueaba y su ofensiva mostraba el carácter que su zaga había perdido. El también argentino Enrique Triverio fue la contraparte de Sosa en esta historia, también con el asedio permanente y fallas recurrentes en acciones que parecían destinadas a terminar en la red. Aunque, a diferencia de Sosa, el delantero escarlata se estrelló en varias ocasiones con el muro que levantaron Gerardo Alcoba y Darío Verón.
Eduardo Herrera estaba contagiado de esa imprecisión que aquejó a los atacantes durante más de media hora. Las pelotas le pasaban demasiado altas o llegaba un poco tarde, y en alguna oportunidad el goleador auriazul eligió el camino más difícil y sin visión del arco, de modo que terminaba lejos de su objetivo.
Sin embargo, el primer tanto fue el detonador para que en el segundo episodio estallaran cuatro anotaciones. Fidel Martínez cobró una falta con un centro bien dibujado. Nadie vio llegar a Sosa. Y el aparecido empujó la pelota ante una marca desconcertada y el portero Alfredo Talavera moviendo la cabeza para encontrar la explicación de dónde le había llegado el tanto al minuto 39.
El segundo tiempo fue una secuencia que no dio respiro a los espectadores. No había tiempo que perder ni para celebrar goles. Dos minutos después de regresar a la cancha, Christian Cueva (quien ingresó de cambio) entró al área de los Pumas, amagó, recortó a un defensa y como en coreografía cruzó un disparo que no pudo detener el arquero Alejandro Palacios.
El empate merecía más festejo. No en este partido, porque la respuesta de los universitarios llegó al instante. Un error imperdonable del guardameta y la argucia de Sosa, quien sólo empujo para volver a tomar ventaja 2-1, al minuto 53.
Los Pumas crecieron entonces como equipo. Tocaban rápido y siempre hacia el frente. En una combinación colectiva, con cambios de juego, la pelota derivó en Lalo Herrera, quien en esta ocasión no necesitó contorsionarse y con una media vuelta hizo más amplia la distancia en el marcador.
Triverio, quien había fallado tantas opciones que parecía que le costaría recuperar la confianza, tuvo una a pocos minutos de terminar el partido. Después de una serie de rebotes, la pelota le quedó para rematarla, esta vez con buena fortuna, para el 3-2. El Toluca sólo estaba un tanto abajo.
El resto fue un duelo decoroso. Con unos Diablos que no perdieron la esperanza de que podían empatar en cualquier momento. Cardozo mandó a todo el pelotón a intentarlo por donde fuera. Arriba o abajo, no importaba, porque sólo necesitaban un gol más. Guillermo Vázquez, quien ayer cumplió su partido 200 como entrenador, mandó a todo el equipo a refozar la defensa. El duelo terminó como inició: sin desperdicio.
Los errores fueron puntuales, el que marca la diferencia es el que no comete errores y los goles (que nos anotaron) son errores nuestros, sin demeritar lo que hizo el rival
, señaló Cardozo al final del encuentro.
Sería lindo no cometer errores, pero en las tres jugadas de los goles nos equivocamos, eso sí me preocupa
, resaltó.