El motivo es el 90 aniversario del natalicio del autor de la coreografía Zapata
Miércoles 6 de enero de 2016, p. 5
El bailarín, director, compositor, coreógrafo, investigador y promotor cultural Guillermo Arriaga Fernández (1926-2014) será recordado este año con motivo del 90 aniversario de su natalicio.
Nació el 4 de julio de 1926, fue integrante de la Academia de la Danza Mexicana y primer bailarín, maestro y coreógrafo del Ballet de Bellas Artes del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
El creador decía que “el día que se haga justicia en mi país, ese día se dejará de bailar mi Zapata”, pieza de corte nacionalista estrenada en 1953 en Bucarest, Rumania, con música de José Pablo Moncayo y vestuario de Miguel Covarrubias.
Zapata es considerada por los especialistas la obra cumbre de la época de oro de la danza en México, pues surgió de la necesidad de proyectar con movimiento el manifiesto del Caudillo del Sur.
Bailarín por accidente
Iniciador de la danza moderna en México, Arriaga incursionó en ese arte por accidente, pues el bailarín Ricardo Silva no se presentó al montaje de La balada del venado y la luna, de Ana Mérida, quien le pidió interpretar al venado. Debutó el 7 de diciembre de 1949, en el Palacio de Bellas Artes.
En una entrevista con La Jornada, el autor de más de 300 coreografías recordó que el maestro Salvador Novo presenció el primer ensayo en el Teatro del Palacio de Bellas Artes y en su primera aparición como el venado se resbaló y desde ese día el dramaturgo lo llamó Venado.
Desde sus inicios, Guillermo Arriaga se dedicó a enaltecer la danza hasta insertarla en el Seminario de Cultura Mexicana, en 1942. También fue director escénico, profesor del Ballet Folclórico de México y presidente de la Sociedad Mexicana de Coreógrafos, así como integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y en 2009 fundó la Compañía de Danza Mexicana Contemporánea.
La pasión de Arriaga por la danza surgió a sus 15 años de edad, cuando vio en el Palacio de Bellas Artes Sílfides, con el American Ballet Theatre; empezó a irse de pinta a los ensayos para ver y aprender. Comenzó profesionalmente en el Ballet Nacional de México a los 23 años y estudió con Anna Sokolow, Waldeen von Falkenstein, José Limón, Doris Humphrey y Margaret Craske, entre otros.
Tener humildad
En la biografía Zapata sin bigote: andanzas de Guillermo Arriaga, el bailarín, escrita por su sobrina Adriana Malvido, el coreógrafo recordó que en 1952 fue becario del Jacob’s Pillow Dance Festival con Ted Shawn, de quien aprendió que el artista debe ser, sobre todas las cosas en la vida, un sujeto útil a la sociedad. Tener humildad para barrer con gusto un estudio, tender una cama, atender un estacionamiento, cortar el césped, ser generoso con los demás y, con esa misma sencillez, plantarse en un foro y proyectar toda la carga emocional que guardamos por dentro
.
Para Arriaga Fernández la danza fue un instinto primario de nuestra especie como medio de comunicación a través de nuestro cuerpo
y la coreografía una composición que busca transmitir y comunicar
, aunque consideraba que las propuestas más recientes no se entendían porque los jóvenes creadores se sienten genios y les falta humildad. La danza es como escribir: los coreógrafos tenemos que comunicarnos con el público, decirle lo que pensamos y sentimos con nuestro cuerpo
.
Arriaga, con Carlos Montemayor, éste titular de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana, creó el Premio Nacional de Coreografía Fonapas-UAM; luego fue Premio INBA-UAM y hoy lleva el nombre del coreógrafo como homenaje tras su deceso el 3 de enero de 2014.
Arriaga ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1999 y recibió la medalla de oro de Bellas Artes por su labor de 54 años en el INBA y en el 50 aniversario de su coreografía Zapata.