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![]() Número 230 |
Católicas por el Derecho a Decidir Estimado papa Francisco: Como Católicas por el Derecho a Decidir, apreciamos sinceramente que, en el marco del Año Jubilar de la Misericordia, usted haya comprendido el dilema en que muchísimas mujeres se encuentran ante el imperativo de interrumpir un embarazo no deseado y en consecuencia haya concedido a los sacerdotes, ya no exclusivamente a los obispos, la facultad de absolver lo que han denominado el pecado del aborto. Como creyentes consideramos que el aborto no es pecado cuando las mujeres han tomado esta decisión en conciencia, de manera informada y orada y obligadas por las circunstancias: cuando el embarazo ha sido producto de una violación, por problemas de salud, por correr peligro su vida, porque están viviendo una difícil situación económica o se trata de niñas abusadas sexualmente. En ningún caso, ni en las situaciones más extremas, las mujeres vivimos el dilema del aborto de manera superficial, como lamentablemente usted lo ha mencionado. Para las mujeres la vida es muy valiosa. Quienes abortan no lo hacen porque han perdido la sensibilidad ante la vida. Para la gran mayoría de ellas, la vida es tan valiosa que no están dispuestas a traer una persona al mundo en condiciones de violencia, pobreza e infelicidad tanto para esa vida en ciernes como para sus familias. Muchas mujeres hemos encontrado en algunas legislaciones civiles más misericordia y justicia que en nuestra Iglesia porque nos consideran personas adultas con capacidad para tomar decisiones sensatas y responsabilizarnos de ellas. Algunas leyes han dejado de ver al aborto como un delito porque ponderan dos bienes, el de la vida en ciernes y el de la madre, y toman en cuenta las distintas circunstancias que viven las mujeres que abortan para no castigarlas. Lamentablemente, muchos obispos continúan estigmatizando a estas hermanas nuestras y presionando a las autoridades civiles para que sean castigadas. Valoramos profundamente sus esfuerzos por suscitar una Iglesia incluyente, misericordiosa, amorosa, que recupere la plena comunión sin estigmatizar a nadie. Valoramos que comprenda las circunstancias que conducen a las mujeres a tomar esta difícil decisión, que reconozca que en la gran mayoría de los casos subyace “un drama existencial y moral” y una decisión dolorosa. Ciertamente, sería esencial que también considerara que el aborto ha ayudado a salvar la vida de muchísimas mujeres, ha reducido su práctica clandestina y en condiciones insalubres, ha favorecido que las familias continúen viviendo con una presencia tan importante como la de la madre, ha permitido a las niñas abusadas sexualmente que mejoren sus condiciones de vida y ha dado un poco de paz a quienes han sido violadas. Para el Año Jubilar de la Misericordia, y desde estas reflexiones, le proponemos que:
Le agradecemos de verdad su atención. Atentamente, |
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