La disputa por el territorio se mantiene en la colonia Campamento 2 de Octubre. En los años 70 del siglo pasado, relatan las personas mayores, era por un pedazo tierra, ahora es por la venta de droga. Para algunos jóvenes su zona es como cualquier otra parte del Distrito Federal. Es como todo: asaltos, robos, ejecuciones y narcóticos, ¿qué no?, cuestionó Miguel, residente del área.

Las casas a medio terminar o en obra negra marcan la diferencia entre aquellos vecinos que lucharon con Pancho de la Cruz por vivienda y los nuevos. Ambos se dicen invasores. Según la estadística oficial, Campamento 2 de Octubre es una zona de marginación con alta incidencia delictiva, por lo cual en los pasados días entró la Procuraduría General Justicia del Distrito Federal con operativos, reportaron autoridades de la delegación Iztacalco.

No obstante, el martes pasado, justo el día que ejecutaron a Cristian Morales Guzmán, “la Policía de Investigación estaba calles atrás cerrando tienditas. Le dieron 26 balazos al chavo y a los homicidas nadie los vio y tampoco los atraparon”, narró Arturo, vecino de la colonia.

La muerte del joven de 31 años, conocido por estar relacionado con secuestros y drogas, era de esperarse, fue un ajuste de cuentas por un mal reparto de dinero. Con él acabó la dinastía y, según el sentir de Arturo, de oficio taxista, la colonia está más tranquila.

En 2011 fue asesinado su hermano. Tiempo después sus padres fueron atacados a balazos en el cementerio cuando fueron a visitar la tumba de su hijo. Ahora le tocó al último de la familia. En ninguno de los atentados se reportaron detenidos, recuerda.

El miércoles lo velaron en una vivienda con puertas abiertas. Varias coronas, bajo un enorme San Judas Tadeo, hacían notar la casa, ubicada sobre el camellón Juan N. Álvarez en su cruce con Justino Fernández. Un grupo de jóvenes realizaron recorridos en motocicleta; algunos vecinos señalaron que eran sus amigos que lo despedían. Otros comentaron que son los sucesores, marcando territorio.

Campamento 2 de Octubre está rodeado por los ejes 2, 3, 4 y Apatlaco. El cerco mantiene a la colonia en el olvido: faltan luminarias, servicios públicos y vigilancia, lo cual ha provocado que los niños sean el blanco de grupos delictivos.

“Una manada de niños se ve todos los días, son como 20 o más, andan con el activo sin hacer nada”. Pese a que algunos colonos responsabilizaron a las autoridades, Mari, fundadora de la colonia, sabe que también es culpa de los padres.

La mujer de 75 años fue víctima de un asalto a las ocho de la mañana. Le quitaron todo su dinero. Para ella hacer justicia por su propia mano es la única alternativa. Narró varios hechos delictivos y cómo se involucra a niños, por lo cual ella trató de ayudar a su nieto, pero como no entendía lo denunció por robo. El joven se encuentra preso en el Reclusorio Oriente. Yo lo metí para que aprenda a no robar y no me arrepiento porque no había de otra, sentenció.