Dos emilios
ecibí dos emilios, uno de Nueva York y otro de Barcelona, así que permítame, mi estimado yeneka, entrar en materia. El de Nueva York es de Zoila Martínez Loeza, conocida como Zoilapianista, quien me comunica que el 26 de este mes presentó su disco titulado Influencias, dedicado al maestro Papo Lucca, el cual escucho al escribir esto y la verdad me tiene en el columpio.
La presentación fue en un lugar conocido como Subrosa, ubicado en el 63 de la calle Gansevoort. Richie Flores fue el invitado especial. Espero que tenga la aceptación que desde aquí le deseo, pues, para mi gusto y modesta opinión, el disco está de aquellita.
Esta princesa
me ha sorprendido gratamente no sólo por la manera de ejecutar el piano, sino también por lo que ha logrado en un medio dominado por el género masculino. Zoila tiene en mi concepto lo que se necesita y algo más, que no se compra en la botica. Desde aquí, felicitaciones, buenos deseos y mi admiración.
El otro emilio me lo envió Tommy Meini, ex colaborador del sello de discos Tumbao. En este caso lamento no tener conocimiento del conjunto Los Brillantes, pero sí conocí a Tony Smith. Lo vi actuar en un cuarteto llamado Los Cafro, donde también formaba parte Margarita de la O, así como el papá de Lázara, de quien no recuerdo el nombre por obra y gracia de mi alkaséltzer. Pero sí le puedo decir que Lázara me pareció una cantante fuera de serie, con sentido rítmico excepcional.
El flautista Domingo Vernier Mango fue, o mejor dicho, estuvo entre nosotros muchos años. Formó parte de la orquesta de Arturo Núñez, actuó en el Zombie, cabaret de Heriberto Pino, en la orquesta de Mango y Yeyo, percusionista que formó parte de la primera orquesta de Dámaso Pérez Prado.
Tuve la oportunidad de grabar con el conjunto de Yeyo y Cané, también con Mango, quien contó con la colaboración del pianista, igualmente cubano, Alejandro Sosa. Los números que grabé fueron So, caballo, y Yo no bailo con Juana.
En verdad, lamento no poder decirle nada acerca de Los Brillantes. Tuve la oportunidad de escuchar a Mongo Santamaría y Armando Peraza cuando formaban parte del Son Clave de Oro, así como Clemente Piquer Chicho y Modesto Durán en el conjunto Río Rosa, de Eduardo Periquet; también grabar con los dos últimos en varias sesiones, una de ellas con Bebo Valdés, así como llevar una cercanía con varios cubanos, entre quienes se encontraba Mariano Oxamendi, que estuvo una temporada con Los Guajiros del Caribe, conjunto con el que me inicié en el Zamdam.
Encontré en Venezuela el libro Ochenta años del son y los soneros del Caribe 1909-1989, de Jesús Blanco Aguilar, en el que viene una fotografía del grupo Carabina de Ases, en la que está Mariano Oxamendi, a quien, según Pablo Mozo, apodaban Musiquita. Viene a mi mente Eulalio Ruiz de Mantilla, que conocí en Los Ángeles, California, quien estuvo entre nosotros varios años, ya que formó parte del Son Cuba de Marianao, agrupación que llegó a Veracruz en 1928.
Lalo se quedó en nuestro país como hicieron Arsenio Núñez y su hermano conocido como El Neno. Hace muchos años, tantos que no quiero ni contarlos, México lindo y querido tenía una vida nocturna maravillosa y un ambiente sonero increíble, con fuentes de trabajo a granel, donde era anunciado en diferentes lugares algo llamado té danzante
, amenizado por una orquesta y un conjunto tropical; así llamaban a un son.
Le contaré, mi querido asere, de un lugar situado en Zamora y Montes de Oca, llamado Jai-Alai, donde los domingos un señor de apellido Ocaña contrataba a la orquesta de Bing Báez o a Fatty Willy, o a los hermanos Peña y, por supuesto, a un son, pero eso será en otra ocasión, pues el espacio no da para más. ¡Vale!