Los ganadores con la devaluación
Reunión de la CIRT en Mérida
El Grito de Independencia del Chapo
Ganas (de ganar) y fuerzas (armadas)
EPN: segunda mitad
Rosario transversal
Trump y su orden
Israel, a punto de bombardear 4 veces a Irán, confiesa el ex ministro de Defensa Ehud Barak
Tipo de cambio en caída libre
Otro récord: 17.50 por dólar
Devaluación: antes y después
Rocío Sagaón
l titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Aristóteles Núñez Sánchez, afirmó ayer que hasta el mes pasado los 40 millones de contribuyentes registrados han aportado unos 247 mil millones de pesos, cifra superior a la programada en la Ley de Ingresos de la Federación de este año. Con ello, señaló el funcionario, ha sido posible atenuar el impacto de la caída de los ingresos petroleros en las finanzas públicas y celebró que los contribuyentes están dando la cara por México
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Repudian detención de líder sindical de Sandak
. Mariano González Zarur, gobernador de Tlaxcala:
n los veranos sofocantes de allá lejos y hace tiempo
, mi abuela usaba abanicos de distinta calidad. A los ordinarios, siempre se les soltaba el clavito que une las varillas por un extremo. Rezongaba: Se desencajó la telita
. Mi abuelo, campeón de crucigramas (y, por tanto, indefectible corrector de palabras mal empleadas), le decía: “No se desencajó ‘la telita’. Se desencajó el país”.
espués de haber externado su postura inflexible y tradicionalista sobre el rol de la mujer y sobre la condición homosexual, el cardenal Norberto Rivera ha recibido cuestionamientos y hasta demandas por discriminación. Ante las críticas de colectivos de mujeres y homosexuales, el cardenal ha contestado de manera escueta que el evangelio y la doctrina no cambian a pesar de las constantes deserciones de la Iglesia, y a pesar de los embates de la sociedad moderna. Después de citar algunas parábolas sobre el seguimiento a Jesús, el cardenal Rivera, en su homilía del pasado domingo 23 de agosto, habla de la inmutabilidad del evangelio y de los principios de la Iglesia, al decirnos: No sólo en los momentos de crisis personal, sino también en los momentos de crisis social y cultural, como los que estamos viviendo, con frecuencia tenemos noticia de que algún compañero, amigo o familiar se alejó de su fe porque consideró que perdonar era absurdo, que la indisolubilidad del matrimonio era imposible, que amar el dolor y la cruz era repugnante, que respetar la vida no es moderno ni progresista, que no robar sólo es para los que no saben aprovechar las oportunidades. Es más, hasta nos molesta que en este tiempo de deserciones la Iglesia continúe anunciando el mismo evangelio, cuando la huida de tantos se podría evitar proclamando un evangelio más atractivo, moderno y progresista, y por supuesto con propuestas consensuadas y democráticas, aunque no sean precisamente las de Jesucristo, que consideramos ya superadas
. El problema no es presentar un evangelio progresista a modo de la cultura imperante. No se trata de deformar la doctrina de la Iglesia para hacerla más atractiva. La cuestión de fondo es la actitud pastoral con que la Iglesia asume y se desarrolla en la sociedad moderna. El cardenal tiene una visión pesimista y apocalíptica de la cultura actual. Refugiarse en la tradición es una justificación. Al apelar a la inmutabilidad del evangelio, el cardenal corre el riesgo de caer en fundamentalismos o las tendencias literalistas de leer las sagradas escrituras.
l avión hace un giro abrupto para descender hacia la pista y el ala parece rozar uno de los cerros desnudos que aprisionan la ciudad. Después el giro termina en picada, como lo haría un piloto de combate, y ya en tierra frena el aparato a fondo, porque la pista es demasiado corta. Estamos en Tegucigalpa, adonde llegué por primera vez hace más de cincuenta años, sólo que entonces los viejos aviones de hélice eran más tranquilizadores, y adonde regreso una vez más, ahora para presentar mi novela Sara.
a energía de los acontecimientos en el presente mexicano –cualquiera que éstos sean– apenas alcanza para prolongar su vigencia en el espacio público durante una semana, 10 días a lo sumo. Si perdura más allá se debe a que es, en verdad, un suceso con suficiente capacidad para matizar la actualidad y darle la trascendencia debida. Lo más común es que, una vez recibida la luz pública, sea atropellado por el siguiente episodio momentáneo de la vida en común. Las mismas elecciones federales de medio término, por ejemplo, no acabaron por definir, antes de agotarse y con la claridad suficiente, el momento por el que hoy atraviesa la República. La mayoría de la Cámara de Diputados, formada con turbios amasiatos, lejos quedará de establecer las debidas conexiones con la ciudadanía para sentirse correspondida. Poco se puede añadir con la selección de dirigentes partidistas que ha ocupado morbosa atención de las capas informadas de la sociedad durante este fugaz agosto. Cómo se podría catalogar entonces la presentación que el secretario de la Función Pública hizo del no conflicto de intereses, tanto del secretario Videgaray como del Presidente: ¿fue sólo un juego más de esa facilona pirotecnia leguleya para salir del paso? Los obstáculos que ciertas claques partidistas, en especial las poblanas, han puesto para evitar las candidaturas independientes, son signo de temores que anidan en sujetos de muy cortos alcances democráticos; de medio pelo, digamos.
a línea que separa a un especulador de un inversionista es delgada. Éste apuesta a recuperar su inversión inicial. Aquél juega a saber más que el mercado. En el capitalismo hay cabida para los dos tipos de agentes y en su análisis sobre la formación de expectativas, Keynes afirmó que la especulación no es dañina cuando las burbujas son pequeñas y forman parte de un gran río de inversión. Pero cuando la inversión se compone de unas cuantas burbujas en un mar de especulación, las cosas salen mal.