bicada al sur de los alpes suizos, rodeada de montañas y a orillas del Lago Maggiore (Lago Mayor), esta pequeña ciudad con nombre italiano, arquitectura italiana y ubicada en el cantón (provincia) italoparlante de Tesino en Suiza, alberga durante 11 días de agosto un festival de cine de verano que ha hecho famosa a la localidad y le ha otorgado un toque glamoroso desde 1946, cuando se celebró la primera edición.

Las inusuales características del Festival Internacional de Cine de Locarno van más allá del paso por esta ciudad de las luminarias del séptimo arte.

Disfrutar de un estreno internacional, volver a gozar un clásico al aire libre entre 8 mil espectadores ante una pantalla de dimensiones espectaculares o presenciar la premiación de alguna estrella que el festival suele honrar en sus diferentes ediciones (este año fueron homenajeados el director italoestadunidense Michael Cimino y los actores Andy García y Edward Norton, entre otros), entre el romanticismo que imprimen los edificios que rodean la Piazza Grande, son el imán que atrae a miles de cinéfilos.

La plaza empedrada es el corazón de la ciudad y fuera del festival se celebran conciertos al aire libre durante el año gracias a la generosidad del clima.

El festival entrega a la mejor película el Leopardo de Oro, por lo que Locarno se viste a semejanza de la piel del felino. Jóvenes con indumentaria leopardesca transitan por las calles, los comercios decoran sus aparadores con motivos similares y de terrazas cuelga listones con el mismo arreglo.

La temperatura es las más cálidas de Suiza. Su clima subtropical y su exhuberante vegetación permiten disfrutar del estilo de vida italiano en la impecablemente ordenada Suiza.

Alia Lira Hartmann, corresponsal