os múltiples problemas del sistema de salud han generado la propuesta de ascender hacia un servicio de cobertura universal que incluya un paquete de servicios, alternativas de financiamiento, un arreglo institucional-operativo e infraestructura capaz de responder a la demanda potencial. El problema que pretende enfrentar este sistema es la segmentación actual de los servicios de salud, que se dividen no sólo en públicos y privados, sino que a su vez el público se divide en Instituto Mexicano del Segurio Social, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas, Secretaría de Marina, Petróleos Mexicanos e Issste estatales. Entre éstos hay una enorme inequidad (segundo problema) y, además, disparidad entre costos y calidad en las diferentes regiones del país. Un servicio universal pretende eliminar dichas asimetrías originadas por la segmentación, y aunque el presupuesto en salud aumentó a raíz de la creación del Seguro Popular en 2003, la división hace ineficaz el gasto.

Con el avance en la cobertura del Seguro Popular tendremos tres áreas de aseguramiento (privado, social y popular) que permitan paliar el defecto social más importante de los servicios de salud en México: su alto costo. La mitad del gasto en salud en México se financia principalmente con los bolsillos de las familias, mientras en los países de la Organización para La Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el promedio es de 22 por ciento.

Para evolucionar hacia un sistema de servicio de salud de cobertura universal se tiene que modificar la estructura del gasto. En México asciende a 852 dólares anuales per cápita; el promedio de la OCDE es de 3 mil 109 dólares. Urge que el Estado tome en serio la reforma del sistema de salud para fortalecer los servicios en términos de cobertura, calidad y equidad. La salud es uno de los temas más sentidos de cualquier pueblo, y el mexicano ya tiene mucho tiempo esperando su mejora.