a saña y el odio con que asesinaron a cinco jóvenes en la colonia Narvarte no me han dejado dormir bien estos días. No es el primer periodista asesinado de Veracruz, pero la crueldad contra él y las cuatro amigas que lo acompañaban desnuda la espiral de violencia que nos está asfixiando, el grado en que se encuentra la impunidad contra agresores de periodistas, de activistas y mujeres, la represión a la libertad de expresión y el crecimiento del feminicidio. La procuraduría y el Gobierno del Distrito Federal tendrán que mostrar estatura, actuar con eficiencia y transparencia. ¡Parar la impunidad! ¡Emitir la alerta de género!
Todavía no nos reponemos de la censura al equipo de Carmen Aristegui, quien seguramente estaría dando amplísima cobertura al suceso. Lamento la decisión negativa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el rechazo al recurso de amparo de la gran periodista fue otro fallo contra la libertad de expresión, como bien señaló Elena Poniatowska.
Y menos mal que todavía contamos con buenos medios impresos, porque los canales oficialistas de radio y televisión apenas dedican unos minutos para dar la nota del multihomicidio, y más bien de manera amarillista, sin profundizar en los engranajes que están por detrás del terrible crimen contra el fotoperiodista Rubén Espinosa, la antropóloga y activista del #YoSoy132 llamada Nadia Vera, Mile Virginia, Alejandra y Yesenia Quiroz.
Con excepción de Alejandra, empleada doméstica probablemente con nivel de estudios máximo de secundaria, los demás eran jóvenes universitarios/as, un sector que también la está pasando muy mal, y eso que es la élite de la juventud. Ellos estaban dentro de la quinta parte de jóvenes que logra llegar a la educación superior, porque el otro 80 por ciento ni la prepa termina y está trabajando con sueldos miserables, en la economía informal o cuidando hijos. Acá se deja la escuela por la necesidad de trabajar o la falta de dinero y entre mujeres el matrimonio y el embarazo explican 31 por ciento de la deserción del nivel medio superior (Rosa María Camarena, Jóvenes y educación: la obligatoriedad de la educación media superior ¿sueño o realidad?
, Coyuntura Demográfica, Número 3, Somede/Colmex, México, febrero 2013, pp. 43-52). El embarazo de adolescentes es expresión de exclusión social, en los últimos años creció 10 puntos (ENADID, 2014); ahí se tendría que incidir si se quiere empoderar a la juventud y tomar en serio la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo de Adolescentes.
Rubén, Nadia, Mile Virginia y Yesenia eran parte del sector relativamente privilegiado de universitarios. Habían podido retrasar la paternidad y la maternidad. Se trata de ese grupo que se podía dar el lujo de trabajar en lo que les interesaba, de pasar ratos en el desempleo y buscar medios para realizar sus sueños. Jóvenes comprometidos que contaban con un capital cultural que les permitía contextuar las formas de reproducción social e identificar las redes de poder. Estaban creando proyectos profesionales, artísticos y políticos, contribuían al fortalecimiento de las redes de ciudadanía y trabajaban contra las formas de represión legal e ilegal. Representan el sector que está creando alternativas para cambiar el mundo. Es parte de la masa crítica que estorba a los políticos sinvergüenzas.
Prefieren matar a los soñadores. Gravísimo que, en el funeral de Rubén, Pedro Canché envíe mensaje a Peña Nieto aseverando que no funciona el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.
Para mejorar el humor, les cuento que hace unos días, caminando por la plaza de Santa Catarina en Coyoacán, se me cruzaron en el camino un grupo de jóvenes con un letrero que decía Gratis
. Ofrecían objetos y prendas de vestir. “Es bueno que los objetos sigan circulando, para que quien no tiene los medios pueda obtenerlos –me dijo Diana Muller–. Esa creencia de que en la vida nada es gratis no es cierta. Cada primer sábado de mes vamos a colocar aquí la Gratiferia. La gente puede traer objetos que quiera regalar, puede venir y tomar objetos. Se rompe con la mente artificial materialista, de siempre dar algo a cambio. Es una liberación espiritual y emocional. Hay historias detrás de todos los objetos. La gente se va contenta de llevarse algo que no le costó, y es una gran satisfaccion para el que regala y el que recibe. Empezamos dos y ahora somos cinco, la idea es que más gente se vaya sumando”. Diana es antropóloga social de la UAM, pero vive de tocar la jarana y del canto. Víctor y Fermín hablan poco. Pablo Tapia estudió matemáticas en la UNAM, donde daba talleres de GO (sendero luminoso), pero perdió el trabajo injustamente. El GO es un juego chino de estrategia sobre un tablero que representa el universo. Existen 361 posibilidades en la primera jugada. El objetivo es repartir territorio: gana quien rodea más territorio; no se trata de aniquilar al adversario, sino de compartir equilibrio con el rival, es un juego de cooperación
. Lorena Moctezuma es egresada de letras hispánicas de la UNAM, vive de ser vocalista del grupo Son del Rincón. Componen canciones con cadencia y conciencia
. Se presentarán el próximo 15 de agosto en la Central de Abastos. La idea de la Gratiferia nació en Argentina; en 2012 unas chavas intentaron instalarla en México, pero las corrieron unos policías a pesar de que no estaban vendiendo nada. Les dijeron que afeaban el lugar, y que debían contar con permisos. La burocracia no procedió cuando lo intentaron. Finalmente, las volvieron a quitar por no pagar la cuota
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Twitter: @Gabrielarodr108