unque las componendas de clase oligárquico imperial
entre centro y periferia capitalista son asunto de larga data, caracterizado en los países al sur del Bravo por la coparticipación en la apropiación del excedente, es necesario tener presente que la capacidad de los dueños del capital en México de capturar los instrumentos de Estado, se acentuó de manera significativa con la instauración de un régimen acreedor a ultranza, resultado de la pésima negociación de la crisis deudora de principios de los años 80 del siglo XX.
Ese régimen
, cuya sustancia está en la condicionalidad (macro y por rama) atada a todas las líneas de crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID), está en la base de la creciente desigualdad, saqueo (privatización/extranjerización de activos, servicios públicos y recursos naturales), pobreza y violencia. De ahí la grave desnacionalización del proceso de toma de decisiones en materia económica que se extiende hacia la seguridad.
Es insuficiente hacer análisis del desastre humano, económico y de descomposición sociopolítica, de violencia y de despojo (privatizaciones ahora vía Asociaciones Público Privadas) con el término neoliberalismo. Arturo Ortiz Wadgymar, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIec) de la UNAM, en Política Económica de M éxico 1982-1995 (Nuestro Tiempo, México, 1997) detalló aspectos cruciales de esa condicionalidad
o recetario atado a todo empréstito, que sintetizo: “a) reducción del gasto público; b) eliminación del déficit presupuestal liquidando todo tipo de subsidios (alimentos, producción agropecuaria, educación y transporte); c) reducción del tamaño del Estado, despido masivo de burócratas, privatización de empresas paraestatales; d) desregulación a favor de empresarios, banqueros, industriales y comerciantes, limitación a todo tipo de controles a los empresarios; (eliminación) de los controles de precios, que no se limiten las ganancias, que no se grave el capital y que, eso sí, los salarios se fijen en función de las leyes de la oferta y la demanda, e) (sector externo): apertura total e indiscriminada a la inversión extranjera y a las mercancías
del exterior; f) “una política cambiaría altamente flexible que permita la entrada y salida libre de los capitales nacionales y extranjeros sin intervención del Estado; y g) libre oportunidad de especular en bolsas de valores globalizadas…” (ibid p.17).
Este recetario
induce la desnacionalización integral
y prepara el terreno para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y lo que en otra ocasión llamé La compra venta de México (Plaza & Janés, 2002).
El recetario debilita el mercado interno, al aparato productivo nacional y a las pequeñas y medianas empresas, principal de fuente empleo. Siguiendo a De la Madrid y Salinas, como country managers del FMI-BM-BID, Zedillo ratificó su obediencia al diktat de Estados Unidos al afirmar que “la desregulación y las reformas estructurales… estimularán la inversión en sectores con enorme potencial… ferrocarriles, telecomunicaciones, generación de energía eléctrica y distribución de gas natural”, que rendirán “sus mejores resultados…en 1997” (ibid, p.105). Entre los efectos de la desregulación al capital ¡sorpresa! está el arribo de una camada de multimillonarios (fortunas mayores a los mil millones de dólares) y una gran desigualdad. Según Forbes, en 1996 habían 15 mexicanos en su lista dorada con una riqueza de 25,600 millones de dóalres. Así lo indica Gerardo Esquivel, quien esclarece aspectos cruciales del fenómeno en su excelente y puntual Desigualdad extrema en México (Oxfam, México, 2015) en el que es fácil detectar el giro de clase del recetario neoliberal analizado por Ortiz W, a saber un aumento considerable del tamaño del capital en México
o bien un aumento en la capacidad de negociación de los dueños del capital para apropiarse de una porción mayor del valor agregado
(p. 25) y un deterioro relativo, brutal, del factor trabajo, exacerbándose la concentración del poder económico como del político
que desemboca en un ciclo que perpetúa las ya de por sí acentuadas desigualdades
.
El aporte de Esquivel, del Colegio de México se aprecia más con sólo cruzar el Periférico y consultar la producción del IIec/UNAM en materia de comercio exterior, industrial, agrícola, demográfica, de migración y urbanización. Eso ayuda a explicar, en el ámbito latinoamericano, la excepcionalidad mexicana
en generación de pobres, que entre 2012 y 2014 según el Coneval aumentó en 2 millones, aunque el Centro de Análisis Multidisciplinarios de la Facultad de Economía (UNAM) calcula que fue de 3.6 millones. Esa capacidad para generar pobreza sólo se equipara con el explosivo impulso del recetario
para concentrar riqueza. Ya en 2014, dice Esquivel (p.17), 16 mexicanos en la lista Forbes ¡acumulaban 142 mil 900 millones de dólares!
¿Quién duda que el problema nodal de seguridad está en un recetario que alienta gran caos y todos los precipitantes de guerra civil?
A Rubén, in memoriam