os dueños del balón en México son especialistas en cortar cabezas, pero no en crear la estructura adecuada para el crecimiento de nuestro balompié. Justino Compeán tuvo más técnicos en la selección nacional que años en la Federación Mexicana de Futbol: 10 entrenadores en nueve años.

Así que el problema no es el timonel que maneje al llamado Tritanic, sino los dirigentes que sólo ven la cancha como un signo de dólares (no pesos, por supuesto) y que dejan en un segundo o tercer lugar el desarrollo del juego.

Se fue Miguel Piojo Herrera por la puerta trasera y llegará, esperemos, un técnico como Marcelo Bielsa, pero el fondo sigue igual: un futbol donde los equipos suman un promedio de ocho jugadores no nacidos en México –con todo lo que las turbias transferencias dejan en los bolsillos de promotores y directivos–, donde se le cierra la puerta de la primera división a los jóvenes nacionales y donde el duopolio televisivo mantiene el dominio, a pesar de que Fox, ESPN y TVC Deportes tratan de quitarles el control remoto.

A los dirigentes se les presentó la inmejorable oportunidad de que el Piojo se corrió a sí mismo. Y ese fue el mejor pretexto para, ahora, tratar de dar un giro a un Tri gris, inofensivo, mediocre. En sus 21 meses dirigiendo al equipo, Herrera supo armar un grupo a su modo, con jugadores que lo defendieron más fuera que dentro del campo: se dice que por las libertades que les daba en las concentraciones.

Entre los sucesores, el Loco Bielsa parece llevar mano. Muchos critican que nada ha ganado, pero su obsesión por la disciplina y la táctica podrían servir a un Tricolor que conquistó la Copa Oro de la mano del arbitraje y que en la final enfrentó a un Jamaica todavía inocente, no a Estados Unidos, que ya le tiene tomada la medida.

La salida de Herrera era necesaria, pero los federativos mexicanos dejaron pasar antes una situación que podría considerarse similar: en un duelo ante Panamá, Javier Aguirre conectó una patada a Ricardo Phillips en pleno partido. No se trata de defender rijosos, pero el Piojo no es el primero que ocupa la llamada silla eléctrica de la selección.

Pero más tardó Herrera en salir del Tri que en lo que, parece, regresará al América. Cuando fue firmado por las Chivas, Ignacio Ambriz expresó un me saqué la lotería sin comprar boleto. Lo mismo puede decirse ahora en las Águilas, donde la banca le queda grande y, lo peor, el Piojo anda desempleado.

Las Águilas, todavía incompletas, suman dos derrotas y ya desde este inicio de torneo Ambriz tiene la guillotina sobre su cuello, con su escuadra en el sótano de la clasificación general.

Entre los líderes se ubica el Morelia, el colista de la campaña anterior. En la primera jornada sorprendió al golear a Cruz Azul y en la segunda se aprovechó al enfrentar a la reserva de los Tigres, pero se nota la mano experimentada de Enrique Meza, quien retorna con su enésimo aire.

Otro estratega veterano que regresó como en sus mejores años es Carlos Reinoso. El apodado Maestro había sumado críticas porque sus equipos juegan al límite del reglamento, pero el chileno presumió en su cuenta de Twitter que sus Tiburones Rojos son los más disciplinados, sin ningún expulsado desde que está al mando.

En efecto, pero nadie les quitará la multa de 105 mil pesos por insistir en no reparar el aire acondicionado del vestidor visitante. Viejas mañas en las que el emblema americanista dice que nada tiene que ver.

El futbol nacional tendrá una semana crucial con los Tigres en el duelo definitivo de la final de la Copa Libertadores. El equipo de la UANL, con una plantilla que también puede llamarse Resto del Mundo, no pudo sacar ventaja en el Volcán, pero parece tener la capacidad para coronarse ante River Plate en el mismísimo Monumental, este miércoles.

Y la leyenda viviente de nuestro balompié, don Nacho Trelles, pidió en su regalo de cumpleaños 99 que su Cruz Azul sea campeón. Un deseo que parece imposible de cumplir cuando los aficionados celestes veinteañeros han visto sólo un título y dos fugas del Chapo Guzmán.

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